BABOR Y ESTRIBOR

Daniel Llorens

Basilio Trilles

Basilio Trilles

Aquello de que siempre se van primero los mejores deja de ser un tópico al uso cuando te das de bruces con la realidad de esa verdad. Tal es el caso de Daniel Llorens, querido amigo y compañero del alma, cuyo corazón dejó de latir en una sala de urgencias, segando prematuramente una vida consagrada al afecto, la amistad, la empatía y el periodismo. Solía decir Kapuscinski que para ser buen periodista hay que ser buena persona. Daniel cumplía con creces la premisa del reconocido maestro polaco.

El mejor oficio del mundo

Tuve la gran suerte de contar con él durante los años que dirigí Castellón Diario, un tiempo ya lejano en el que una generación de ilusionados periodistas aprendimos lo que según Gabriel García Márquez es el mejor oficio del mundo. Dejó escrito el genio colombiano: «El periodismo es la profesión que más se parece al boxeo, con la ventaja de que siempre gana la máquina y la desventaja de que no te permite tirar la toalla». Daniel nunca tiró la toalla, con el carácter más puro y bueno que he conocido, entregado y dispuesto a aprender cada día, supo afrontar con la bonhomía de los verdaderos valientes los altibajos de un trabajo caracterizado por la inestabilidad. Ben Bradlee aseguraba que un periodista es la fuente de un director. Doy fe de que Daniel cumplía con tan necesaria virtud.

Durante más de cuarenta años tuve el privilegio de contar con la amistad de Daniel Llorens. Cuando repaso todo ese tiempo transcurrido surgen innumerables recuerdos en los que el amigo y colega siempre daba una lección de vida, acompañada de desbordante generosidad, también lealtad. Antes de perecer en accidente de tráfico, Albert Camus dejó escrito: «Vale la pena vivir para este oficio». Valió la pena, querido amigo Daniel.

Periodista y escritor