CARTA DEL OBISPO

Tiempo de la misericordia

Casimiro López Llorente

Casimiro López Llorente

La Cuaresma es tiempo de gracia y salvación, de conversión de corazón a Dios y a los hermanos, y tiempo para dejarse reconciliar por Dios. Por ello, es un tiempo propicio para experimentar la misericordia de Dios y vivirla con los hermanos.

La escucha atenta de la Palabra de Dios sobre la misericordia divina ilumina la oración, que lleva a contemplar el misterio de Dios, que es Amor. El nombre de Dios es misericordia. Misericordia significa el corazón que se abaja ante cualquier miseria humana. Es la palabra que mejor expresa el amor de Dios hacia la humanidad. Indica su disposición a aliviar cualquier necesidad y su infinita capacidad de perdonar. Es un amor eternamente fiel.

Jesús es la misericordia encarnada de Dios. Habla con palabras de misericordia, mira con ojos misericordiosos, actúa y cura movido por la compasión hacia los necesitados, desheredados y enfermos en el cuerpo y en el espíritu.

Dios nos ha pensado a cada uno desde siempre y nos ha creado por amor y para el amor pleno, la felicidad y la salvación eterna. Con amor paciente y tierno nos indica como a sus hijos y amigos cuál es el camino. Si somos sinceros con nosotros mismos, reconoceremos que nos hemos alejado de Dios y del prójimo, de sus caminos hacia la Vida; si somos humildes reconoceremos que estamos necesitamos de perdón y reconciliación. Esto nos llevará al arrepentimiento de nuestros pecados y a la petición del perdón, para acoger y experimentar la misericordia divina.

La misericordia recibida de Dios transforma nuestros corazones; y nos capacita para obrar con caridad, para crecer en el amor, para poder ser misericordiosos como el Padre (cf. Lc 6, 36), ejercitando las obras de misericordia corporales y espirituales. Por la dureza de nuestro corazón puede que nos cerremos a Dios. Dejémonos evangelizar en esta Cuaresma escuchando, meditando, experimentando y viviendo el Evangelio de la misericordia.

Obispo de Segorbe-Castellón