Opinión | LA RUEDA

La fuerza de las noticias

Leo habitualmente las noticias (algo que ya he dicho en otras ocasiones) lo cual me acerca, parcialmente, al estado actual de nuestro mundo, sorprendentemente la mayoría de las veces. Crímenes, guerras, corrupción son algunas de las cosas malas que aparecen escritas o vistas o escuchadas en los medios de comunicación social, amén de otras noticias, algunas, es cierto, buenas.

El caso es que las malas, estos y otros días, se repiten como los pimientos picantes: una y otra vez nos revuelven el estómago hasta la saciedad, nunca mejor dicho. Últimamente leo (y, a veces, releo inconscientemente) figuras de este tenor que se reproducen en la prensa escrita o la otra, dando la falaz impresión de un dejà vu con la presencia repetida del personaje en busca de publicidad cuando realmente se trata de un amargo lío de familia, una corrupción o alguna cosa fea. Al final, un pseudohéroe desconcertante o casi influencer. Y, como decía Einstein, lo importante es no dejar de hacerse preguntas. Y eso es lo que hago.

Poder

Resulta, pues, que los corruptos se convierten en publicidad: salen sus fotos, sus pseudojustificaciones, una y otra vez, y (¡menuda cara!) hasta su sonrisa. Parece que, en otro sentido, emulando al filósofo Francisc Bacon, «el conocimiento es poder». – ¡Y qué poder!

Últimamente la Caja de Pandora se ha vuelto a abrir (¿o nunca se cerró?) y los males nos han invadido y hasta parecen recibir el beneplácito de un público asiduo, que, paradójicamente (solo en este discutible sentido), parece, con su pegadiza visión, bailarles el agua a tales escritos o programas. «Desperta, ferro», dirían también en otro sentido los almogávares en su grito de guerra.