Opinión | BABOR Y ESTRIBOR

El carajal

El esperpento, concepción literaria creada por Valle-Inclán, no ceja de reverdecer con fuerza en la primavera política española, cuidado con esmero por el jardinero de la Moncloa, Pedro Sánchez. «No me van a quebrar», ha dicho esta semana el galán, un trasunto de Houdini de pega de tanto sacar conejos de la chistera, en ocurrencia cada día más bufa. Aunque, sin embargo, le sirve en el fomento de la polarización y utilización de la ingenuidad de quienes lo consideran la reencarnación del Mesías salvador de los parias de la tierra, aquellos de la famélica legión.

Lodo

Entre tanto, el Gobierno de Sánchez, convertido en factoría del lodo como abc estratégico, en 24 horas ha montado un carajal internacional con países amigos. Suma y sigue el embolica que fa fort, marca del sanchismo, ante la inminente cita electoral del 9-J. Hamás felicita a Sánchez y su socia Yolanda Díaz escupe barbarie: «Palestina será libre desde el río al mar», que es el lema terrorista para acabar con Israel. La podemita Belarra pide más leña al mono e incluso, desde el Congreso, señala a periodistas exigiendo leyes para ponerlos en cintura.

Entre tanto, Sánchez es incapaz de aprobar leyes porque ni sus amigos de conveniencia lo apoyan. Manda, pero no gobierna y va a seguir así, atrincherado en el lodo hasta que dure. Ayer comenzó la campaña electoral de las europeas, veremos hasta dónde es capaz de llegar el ególatra ilusionista. Entre tanto carajal me quedo con Lambán: «El problema no son los periodista, ni los jueces, el problema somos los políticos».

Periodista y escritor