Son modelos jóvenes, apuestos y, para mayor sorpresa, religiosos. Ayer, una docena de curas y seminaristas italianos, bastante tradicionales en cuanto a su vestimenta, se convirtieron oficialmente en chicos de calendario. Uno por cada mes (en varios idiomas) llenan las páginas del almanaque más sorprendente que ha aparecido en los últimos años, siguiendo la moda, aunque en versión recatada, de propuestas como el calendario de los bomberos de Nueva York o los olímpicos australianos.