Es generalizada la sensación en el Gobierno de que, en las últimas horas, ha disminuido en parte la presión sobre el Ejecutivo a raíz de la leve mejoría que está experimentando Teresa Romero, pese a que su evolución tiene picos, según su entorno.

“Hay altas esperanzas de que la enfermedad de Teresa se está controlando”, llegó a decir ayer en rueda de prensa el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón.

A eso se suma el hecho de que, hasta ahora, no haya habido nuevos positivos por ébola entre los ingresados en el hospital Carlos III de Madrid y que, además, el pasado viernes el presidente Mariano Rajoy impusiera un cambio de rumbo en la gestión de la crisis: ordenó la creación de un comité especial sobre la enfermedad que capitanea la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

En la recepción que se celebró ayer en el Palacio Real con motivo del Día de la Hispanidad, fueron varios los ministros que calificaron como un acierto la creación de ese comité y los que sugirieron que la estrategia del Ejecutivo va a ser tratar de dar un enfoque más internacional a la crisis, aprovechando que, como la española, la Administración de Barack Obama tiene un sanitario infectado por el virus tras haber cuidado a otro paciente.

El propio Rajoy aseguró, en conversación informal con los periodistas, que se sentía “tranquilo” con el desarrollo de los acontecimientos y, seguramente con intención, sacó a colación la noticia que acababa de ser difundida: el positivo que había dado un sanitario estadounidense que, como en el caso de Teresa Romero, se había infectado por atender a un paciente con ébola.

En esta línea, añadió que el ébola es un virus “nuevo para Occidente” y que hay que tratar de lidiar con él día a día. En cualquier caso, el presidente y su equipo tendrán que rendir cuentas en Congreso y Senado sobre su forma de afrontar esta crisis por más que haya nuevos casos detectados en otros países.

Varios miembros del Ejecutivo que departieron ayer con los periodistas insistieron en que en España se han cumplido los protocolos marcados desde la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y que sólo la experiencia con el virus fuera del continente africano puede ayudar a afinarlos. Hubo unanimidad entre los consultados en que “desde el punto de vista sanitario, se han hecho las cosas bien”. Otra cosa es lo político. Es este punto el que provoca división de opiniones en el seno del Ejecutivo, cuyos miembros se afanan en incidir en que es la vicepresidenta la que lleva ahora las riendas de la crisis, tratando de eludir la valoración sobre la gestión de Ana Mato.

En lo que parece haber unanimidad es en el deplorable comportamiento que ha exhibido el consejero de Sanidad madrileño ante la enfermedad de Romero. Todos aseguran dar prioridad al cuidado de Romero y postergando las decisiones políticas. H