El vehículo espacial IXV, la primera nave europea de ida y vuelta, se estrenó ayer con éxito al elevarse hasta 413 kilómetros de altura y luego regresar sana y salva tras soportar la peligrosa maniobra que supone reingresar en la atmósfera a toda velocidad. Ayudado por un paracaídas, el IXV amerizó de forma impecable en una región aislada del Pacífico, entre México y las Galápagos, y allí fue recuperado por un buque desplazado para la ocasión. Los aplausos irrumpieron en el centro de control de la misión en Turín (Italia) y en la base de lanzamientos de Kurú (Guayana francesa).

Gracias al IXV, un “pequeño avión sin alas”, como lo definen los propios técnicos de la misión, la Agencia Espacial Europea (ESA) sigue la senda de sus colegas de EEUU, Rusia y China al poner a punto una nave capaz de regresar a casa, un hito que abre el camino a los vuelos tripulados y a la recolección de materiales en otros planetas, entre otras posibilidades. La industria y la ciencia europeas ya han sido capaces de crear naves de transporte que se han acoplado en la Estación Espacial Internacional (ISS), e incluso sondas que han llegado a destinos como Marte, pero les faltaba este reto. El IXV es solo un prototipo, un pequeño vehículo destinado a probar tecnologías, pero sin duda dominar el proceso de reentrada es un mejora sustancial para la ESA. H