Como cada año por estas fechas, la lluvia de estrellas de las Perseidas, también conocidas como lágrimas de San Lorenzo por su proximidad del máximo de la lluvia de meteoros al 10 de agosto, día de la festividad del mártir español del mismo nombre, ilumina los cielos nocturnos de finales de julio y principios de agosto.

Según la tradición católica, este paralelismo con la tradición cristiana buscaría evocar las lágrimas que el mártir vertió al ser quemado vivo en la hoguera. De ahí la poética asociación entre las estrellas fugaces y el llanto del diácono.

Las Perseidas, pese a que no son tan espectaculares ni tan vistosas como otras lluvias de estrellas, destacan porque suceden en verano, una estación en la que normalmente las condiciones atmosféricas son favorables a la observación astronómica y, por norma general, en un momento en el que la gente dispone de más tiempo libre para mirar las estrellas. De ahí la emoción por la llegada de las lágrimas de San Lorenzo.

Sin embargo, las Cuadrántidas de diciembre y las Gemínidas de enero superarían a su homóloga del verano en número de meteoros por hora. Paralelamente, las Leónidas, aunque más irregulares, también pueden resultar tan espectaculares como las Perseidas.

¿Por qué se producen?

Las lluvias de estrellas, conocidas popularmente como estrellas fugaces, se producen como consecuencia de la entrada de cuerpos celestes en la atmosfera terrestre. En el caso concreto de las Perseidas, este fenómeno astronómico tiene su origen en los fragmentos del cometa 109P/Swift-Tuttle que, en un determinado momento de su órbita, entran en contacto con la atmósfera terrestre. Un impacto que, visto desde la superficie, genera los característicos destellos de luz de las lágrimas de San Lorenzo.

Cada año, entre finales de julio y mediados de agosto, la Tierra pasa a través de una nube de polvo desprendida por el cometa cuando se acerca al Sol. Los meteoroides de las Perseidas golpean nuestra atmósfera a 210.000 kilómetros por hora, produciendo ese característico espectáculo de luz.

Es por eso por lo que es erróneo hablar de lluvia de estrellas, porque las estrellas no caen. Así que las Perseidas no son sino fragmentos de polvo y roca que se desintegran en la atmosfera terrestre.

La mayoría de los meteoroides desprendidos del Swift-Tuttle son pequeños fragmentos parecidos a un grano de arena. Cuando impactan contra la atmósfera terrestre aumentan su temperatura hasta unos 5.000 grados centígrados en una fracción de segundo, lo que provoca que se desintegren a una altura de unos 100 y 80 kilómetros de altitud. Ese efecto es el que provoca que emitan un destello de luz. Las partículas más grandes, del tamaño de un guisante o incluso mayores, pueden producir unas estelas mucho más brillantes, conocidas con el nombre de bólidos.

¿Cuándo ocurre?

Este año, el pico de este fenómeno tendrá lugar las noches del 11 al 13 de agosto, cuando se podrán observar entre 80 y 200 estrellas fugaces por hora. Antes y después de esta fecha, siempre teniendo en cuenta el abanico temporal previsto por los astrónomos, también será posible observar la lluvia de meteoros, aunque con menos intensidad.

El espectáculo será visible hasta el 24 de agosto y, según la NASA, la mejor hora para ver las Perseidas en el hemisferio Norte es durante las horas previas al amanecer, aunque también pueden apreciarse al anochecer, a partir de las 10 de la noche.

Las Perseidas, como cualquier otra lluvia de estrellas, pueden observarse desde cualquier punto del globo. Sin embargo, dependiendo de dónde nos situemos tendremos más o menos posibilidades de disfrutar del fenómeno en todo su esplendor. Dado que las lágrimas de San Lorenzo se presentan como pequeños destellos de luz, para poder distinguirlos del cielo estrellado hará falta encontrar un lugar lo suficientemente oscuro (con poca contaminación lumínica) y con el suficiente campo de visión (desde donde podamos tener una amplia vista del horizonte). A partir de ahí hará falta paciencia, ya que no existe una franja horaria óptima para observar el fenómeno.

Puntos estratégicos

Si bien es cierto que cualquier lugar puede ser bueno para disfrutar de las Perseidas, para aquellos que quieran vivir el fenómeno en todo su esplendor lo más aconsejable es acudir directamente a un observatorio astronómico. En estos lugares, que ya de por sí cuentan con una visibilidad óptima del cielo, durante los días de la lluvia de estrellas se organizan charlas, talleres y otras actividades para observar las lágrimas de San Lorenzo.

Para los amantes de la naturaleza, las reservas naturales también se posicionan como un buen lugar para disfrutar de las Perseidas. Al destacar como sitios apartados de las grandes metrópolis, la ausencia de contaminación lumínica está asegurada. Además, en muchos casos estos parajes naturales cuentan ya de por sí con vistas espectaculares. Por lo que las lágrimas de San Lorenzo tan solo conseguirían coronar el territorio.