Salud de los bebés

Conflictos de interés en los biberones

Investigadoras de la USC analizan la influencia de las campañas de marketing de las leches fortificadas que en muchos casos “no están respaldadas por la ciencia”

La lactancia materna aporta numerosos beneficios tanto para el bebé como para la madre.

La lactancia materna aporta numerosos beneficios tanto para el bebé como para la madre. / FDV

M. González

La lactancia materna (siempre que sea posible) es una de las formas más eficaces de garantizar la salud y la supervivencia de los niños. Sin embargo, contrariamente a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), menos de la mitad de los lactantes se alimentan exclusivamente con leche materna. A nivel mundial, en 2020 la prevalencia de lactancia materna exclusiva alcanzó el 44 %, muy lejos del objetivo establecido de llegar al 70 % para el año 2030. Resulta significativo, además, que el mercado de las leches de fórmula se ha duplicado en los últimos 20 años, incluso durante la crisis económica de 2008-2009.

Son varios los factores que influyen en esas tasas más bajas de lo deseado en la lactancia materna. A los motivos socioeconómicos, como la falta de conciliación en el ámbito laboral, o un insuficiente apoyo sociosanitario, se une también la “influencia de la creciente y masiva utilización de sucedáneos de la leche materna, dentro de los que encontramos las comúnmente llamadas leches de fórmula”, indican Cristina Candal Pedreira, investigadora en Epidemiología y Salud Pública, profesora en la Universidade de Santiago de Compostela y miembro del grupo de trabajo de Ética de la Sociedad Española de Epidemiología; y Guadalupe García, investigadora predoctoral en Epidemiología y Salud Pública de la USC en un artículo publicado en The Conversation: “El marketing de las leches de fórmula, un desafío para la salud pública”.

“Fue mi trabajo fin de máster en Salud Pública en la USC”, dice Guadalupe García, que es licenciada en nutrición, y siempre sintió interés por el tema de la salud infantil y de la lactancia materna. Además, “en el departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública, que es donde trabajamos, ya existía esta línea de trabajo sobre los conflictos de interés y decidimos ver qué era lo que estaba pasando, enfocándonos en las fórmulas fortificadas (a las que se les añade nutrientes extras o que normalmente no tienen)”, expone.

El informe de la OMS “Scope and impact of digital marketing strategies for promoting breast-milk substitutes” (“Alcance e impacto de las estrategias de marketing digital para la promoción de los sucedáneos de la leche materna”) detalla también las alarmantes prácticas de comercialización abusivas empleadas por la industria de sucedáneos de leche materna, un sector valorado en 55.000 millones de dólares. Para vender sus productos la OMS apuntaba que estas empresas emplean todo el arsenal del marketing digital, incluyendo “influencers” (celebridades, madres y hasta médicos) que realizan comentarios a favor de la leche de fórmula, así como foros de ayuda en internet o clubes de bebés.

Mediante su estudio, las investigadoras de la USC ponen el foco en los “conflictos de intereses”, que son aquellos que, según define la OMS, “tienen el potencial de influir en el juicio o acción a través de los beneficios monetarios o materiales que se le confieren al investigador”. De este modo, las autoras del artículo se propusieron analizar críticamente los ensayos clínicos llevados a cabo “sobre leches de fórmula fortificadas”. Se trata de un trabajo que se encuentra actualmente en proceso de publicación y que incluye el análisis de 40 ensayos clínicos publicados hasta 2023.

A nivel mundial, en 2020 la prevalencia de lactancia materna exclusiva alcanzó el 44 %, muy lejos del objetivo establecido de llegar al 70 % para el año 2030. Resulta significativo, además, que el mercado de las leches de fórmula se ha duplicado en los últimos 20 años, incluso durante la crisis económica de 2008-2009

“Nos enfocamos en las fórmulas fortificadas porque vimos que lo que la industria hacía era añadir un ingrediente y que, por el hecho de estar ese ingrediente presente, ya anunciaban que la fórmula podía ser mejor, alegando ciertos beneficios. Queríamos ver si había ensayos clínicos detrás que acompañaran esos mensajes –conocidos como marketing claims o nutricional claims– que se suelen emplear”, dice la investigadora. En algunos casos indicaban que el producto “acompaña la salud digestiva” o “fomenta el desarrollo cognitivo”, sin embargo, “existen artículos que afirman que estos mensajes no están tan bien sustentados”: “Se realizaban, en muchos casos, afirmaciones que no estaban respaldadas por la ciencia”.

En los resultados de su análisis destacan “dos aspectos preocupantes”. “En primer lugar, en la gran mayoría se identifica una potencial interferencia de la industria, bien mediante financiación o donación de las fórmulas o porque los autores están afiliados o son empleados de estas industrias”, exponen. “Es importante destacar que los estudios que presentan conflictos de intereses con la industria son más propensos a presentar resultados y conclusiones que favorecen a la misma”, puntualizan.

En segundo lugar, constatan que “estos estudios, por norma general, tienen una baja calidad metodológica y errores básicos”, en los que “se destacan la falta de información sobre el tipo de análisis realizado y no contar con los datos de todos los participantes pudiendo lo mismo haber afectado el resultado”. También afirman en su artículo, escrito con el asesoramiento de la Sociedad Española de Epidemiología, que “en la comunicación de los resultados se omite información, lo que nos hace sospechar que no interesa reportar ciertos resultados que vayan en contra de los esperados por la industria”.

Según apuntan, revistas como The Lancet o el British Medical Journal publicaron editoriales y artículos posicionándose respecto al tema. Es importante tener en cuenta que la declaración de conflictos de intereses “es una parte imprescindible de cualquier estudio científico, ya que permite a los lectores disponer de toda la información necesaria para evaluar críticamente los resultados y conclusiones”, dice García.

Es importante destacar que los estudios que presentan conflictos de intereses con la industria son más propensos a presentar resultados y conclusiones que favorecen a la misma

“Prácticamente, la mayoría de los estudios que incluimos en esta revisión tenían estos potenciales conflictos de interés con la industria”, prosigue la investigadora, que sostiene que “el público, en general, se guía mucho por lo que dicen los profesionales sanitarios y es importante que se tomen las decisiones de manera informada”. “No es que vayamos en contra de las fórmulas, porque seguramente hay muchas situaciones en las que son necesarias, pero siempre que se pueda optar por la lactancia materna, que ya se sabe que es lo mejor para la salud del bebé y de la madre, que se pueda tomar la decisión de manera informada”, insiste. “No estamos diciendo que las fórmulas sean malas, pero hay que saber que cuando te dicen que una leche fortalece el sistema inmune de tu bebé o que desarrolla su desarrollo cognitivo hay que evaluar si realmente eso es así o si simplemente es una cuestión de marketing”, afirma.

Algo que, lamenta, no es fácil de detectar. “Existe el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de Leche Materna, un código que establece la OMS, que no es de aplicación obligatoria dentro de los países, pero donde todos se deberían fijar, ya que indica cuáles son las prácticas que se deberían adoptar en cuanto a la publicidad de las fórmulas infantiles y de diferentes productos orientados a la salud infantil”, subraya. Al no ser de aplicación obligatoria, García apunta que “cada país decide a qué ítems atenerse”. En España, por ejemplo, se aplican “más o menos la mitad de los que existen en este código”. Para no sucumbir a todo este marketing, lo mejor es, según la investigadora, “seguir las pautas y recomendaciones del pediatra”.

En conclusión, “se necesita más transparencia a la hora de realizar los ensayos sobre las fórmulas infantiles y que se declaren completamente los conflictos de interés o que se haga investigación libre de conflictos de interés para que la salud tenga prioridad sobre los intereses comerciales”.

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