La sección primera de la Audiencia Provincial de Castellón ha impuesto una pena de 2 años al acusado de un delito continuado de abuso sexual, otro delito de abuso sexual y otro de coacciones. El escrito de conformidad entre las partes evitó la celebración del juicio por la persecución a la que sometió el procesado a tres alumnas del colegio Bernat Artola de Castellón, mientras estaba ubicado temporalmente frente a la Ciudad de la Justicia.

Según el escrito de acusación, el individuo, de nacionalidad rumana y 25 años de edad en el momento de los hechos, “aprovechando que durante el mes de marzo de 2010 acudía en compañía de un familiar a llevar y recoger a un menor al colegio Bernat Artola, sito temporalmente en el bulevar Blasco Ibáñez”, siguió a tres alumnas de dicho centro, todas ellas de 13 años de edad.

El procesado esperaba a las niñas “a la salida del colegio, reclamándoles sus números de teléfono, manifestándoles que le gustaban mucho”, además de proponerles mantener relaciones sexuales. Hasta en cuatro ocasiones repitió su actuación: las esperaba a la salida, realizó tocamientos a dos de ellas (a una de las menores en dos ocasiones) y les proponía que “saliesen con él a dar una vuelta” y les dieran sus números de teléfono.

En las sucesivas tardes, mantiene el Ministerio Fiscal, “el acusado continuó abordando a las menores, requiriéndoles sus números de teléfono hasta que estas, angustiadas, le entregaron un número de teléfono inventado”. Unos días después persiguió a una de las niñas y se introdujo con ella en el portal, le agarró de la muñeca y le reprochó que el número era falso, por lo que le pidió el verdadero. Una vez más, le realizó tocamientos y se marchó rápidamente del lugar.

A otra de las niñas la persiguió hasta la altura de la piscina provincial, donde “la abordó por detrás tocándole el hombro para llamar su atención” y le propuso relaciones sexuales. La mejor, asustada, huyó del lugar. En este caso no hubo abuso por su parte.

Con la tercera víctima siguió idéntico procedimiento: la abordó, le pidió su teléfono y le dijo “que le gustaba y que quería tocarle”. La niña salió corriendo pero el acusado la alcanzó, la agarró de las muñecas “espetándole que quería salir con ella y que si no le daba su número no sabía qué podía pasar”. En esta ocasión, sí le realizó tocamientos. Como consecuencia de los hechos, la menor “presentó un coste psicológico que determinó que durante una temporada tuviese miedo a acudir al colegio”. H