Lágrimas, incredulidad, rabia y conmoción. Es lo que se respira en el barrio de Estepar, sacudido por el asesinato de Nerea y Martina a manos de su padre. Amigos, familiares y miembros de la comunidad educativa no daban ayer crédito tras el doble parricido. «Todavía no podemos creerlo. Es incomprensible que un padre haga algo así», lamentaban los primeros vecinos, apostados a las puertas del número 36 de la calle río Adra, mientras los agentes registraban el domicilio de Ricardo Carrascosa. «Ha demostrado ser un cobarde porque esto que ha hecho es de ser un monstruo», espetaban otras personas.

La guardería que hay justo debajo de la finca en la que se cometieron los asesinatos abrió sus puertas más tarde de lo habitual y decenas de padres comentaban la tragedia en corrillos, alertados por la gran presencia policial y mediática. Entre los presentes, un amigo de la familia lloraba amargamente. «Hablé con Ricardo este mismo sábado y ayer lo vi con las niñas. Me dijo que estaba pasando un mal momento económico y que estaba agobiado, pero nunca hubiera pensado que pudiera llegar a hacer algo así. Yo le dije que todo se arreglaría y que no se preocupara y mira... ¡Mátate tú, pero no a las niñas, por Dios...!», decía Enrique, visiblemente afectado por la pérdida. «Había habido denuncias por malos tratos y la expareja tenía una mala relación, pero él era una persona normal y esto, la verdad, es que no podía esperarlo nadie», lamentaba.

Silencio en el edificio

En el edificio en el que tuvo lugar el suceso pocos fueron los vecinos que salieron de sus casas. Escasas manifestaciones ante dos horribles asesinatos que hicieron enmudecer al bloque.

Leonor y su madre fueron de las pocas residentes en cruzar el umbral del portal. «Hemos visto a los bomberos, pero no imaginábamos que podía ser algo así. De él nunca lo hubiera pensado. Mi hija tiene la misma edad que la niña mayor. Es horrible. Estamos en shock», comentaban.

Especialistas de la Unidad de Atención e Intervención de la Conselleria de Educación se trasladaron al colegio concertado Lope de Vega, del que las dos niñas eran alumnas, para ofrecer asistencia psicológica a la comunidad educativa. Tal y como confirmó la dirección del centro, Nerea cursaba 2º de Primaria, mientras que Martina estaba en el primer curso de Infantil y había comenzado en el centro hacía escasos días. Previamente, la pequeña había sido alumna de una guardería del barrio. Los docentes, desolados por el trágico suceso, las describen como niñas «cariñosas», «buenas» y «encantadoras».

Tema de conversación

En la cafetería Punt de Trobada, a la que solían acudir tanto el presunto parricida como su expareja, el doble asesinato fue ayer el único tema de conversación. «Él venía a desayunar y a merendar muchas veces a la entrada o salida del colegio de las niñas. Lo que ha ocurrido es terrible y estamos todos muy afectados», comentaban trabajadores y clientes en declaraciones a este diario y sin quitar los ojos de la televisión, en la que el doble infanticidio fue noticia en todos los canales nacionales.

Los más pequeños todavía no eran conscientes ayer de la gravedad de lo ocurrido. Alumnos de colegios cercanos al lugar donde ocurrió la tragedia observaban con curiosidad el dispositivo policial durante el recreo, ajenos a lo ocurrido.