Un joven de origen magrebí y de 27 años debía sentarse ayer en el banquillo de los acusados para hacer frente a una acusación por un delito de lesiones por la que el fiscal pedía una pena de cuatro años y medio de prisión. Sin embargo, un reconocimiento forense in extremis justo antes de empezar la vista oral hizo que el procedimiento se archivara provisionalmente, tal y como confirmaron a este diario fuentes judiciales. Y es que el dictamen del doctor determinó que las patologías mentales del procesado, que sufre esquizofrenia paranoide, lo convierten en inimputable --esto es, una persona sin responsabilidad penal--. El juicio quedó cancelado, con la reserva de las acciones legales oportunas que la víctima quisiera ejercer por la vía civil.
Los hechos que se juzgaban sucedieron en febrero del 2017 en la Vall d’Uixó, cuando el joven acudió a la terraza de un bar y, portando un cuchillo, se abalanzó sobre el afectado, que se encontraba sentado en una mesa.
Como consecuencia de la agresión, la víctima sufrió lesiones consistentes en una herida incisa con pérdida de parte del pabellón auditivo --concretamente, del lóbulo--. Precisó de una primera asistencia, tratamiento quirúrgico y 23 días para alcanzar la sanidad, siendo 10 de ellos impeditivos.
En el apartado de la responsabilidad civil, el fiscal solicitaba una indemnización de 11.570 euros para la víctima, que ahora deberá reclamar la cifra que considere en la jurisdicción civil.
El caso del chino que degolló a un cliente en Benicàssim y no fue a prisión
Este caso recuerda a otro similar, aunque con un final mucho más trágico, acaecido en Benicàssim en julio del 2017. Un hostelero chino degolló a un cliente mientras este tomaba un café tranquilamente y leía la prensa a primera hora de la mañana en la terraza del bar La Alegría de la calle Estatut de la localidad.
Como avanzó en exclusiva este diario, el hombre fue sentenciado por asesinato a 22 años de internamiento psiquiátrico al concurrir la exención de responsabilidad criminal de alteración psíquica.
Tal y como declaró probado la Audiencia Provincial tras el veredicto de culpabilidad de un jurado popular, como consecuencia de su alteración mental, el acusado sufrió alucinaciones auditivas que le llevaron a la firme convicción de que tenía que matar al cliente, por lo que se acercó por la espalda y le golpeó con una barra de hierro hasta diez veces en la cabeza, sin mediar palabra. Después, le asestó una cuchillada en el costado y le seccionó el cuello.
En ambos casos, los agresores atacaron a sus víctimas de forma sorpresiva en un negocio de hostelería y sin haber mediado entre ellos conversación o discusión previa alguna, hecho que apunta sin duda a una alteración mental.
