REPORTAJE

Cuando Castellón tuvo un caso parecido al de Daniel Sancho

Razvan A. Maris mató a golpes y desmembró a su novia en Vinaròs hace ahora cinco años, hechos similares a los que le imputan al español en Tailandia

El asesino se acogió a su derecho a no declarar en el juicio.

El asesino se acogió a su derecho a no declarar en el juicio. / MEDITERRÁNEO

El español Daniel Sancho --cuyo caso es más mediático si cabe por tratarse del hijo del actor Rodolfo Sancho y nieto del también intérprete Sancho Gracia-- está siendo juzgado estos días en la isla tailandesa de Ko Samui por haber matado y desmembrado al cirujano colombiano Edwin Arrieta. El homicida confeso puede enfrentarse a cadena perpetua o, incluso, a pena de muerte. Aun así, su defensa pide la absolución y alega que la muerte fue en defensa propia durante una pelea con el fallecido, con quien Sancho mantenía una relación --aunque la misma no queda claramente definida--.

Castellón vivió hace ahora cinco años otro crimen con desmembramiento, el asesinato machista de la joven moldava Nalea Sareva, de 26 años, en Vinaròs. Como informó entonces ampliamente Mediterráneo, Razvan Adrian Maris, de origen rumano y 20 años, acabó con la vida de su novia en el 2019 en la casa que ambos compartían tras una noche de discusiones y en el marco de una relación sentimental de control y autoridad sobre la asesinada. 

La autopsia

Según determinó la autopsia, acabó con la vida de Nalea a golpes --el cuerpo tenía numerosas lesiones--. Después desmembró el cadáver y se deshizo de él, enterrando sus restos mortales en un foso en Ulldecona. Maris utilizó un foso que ya se encontraba abierto en una parcela próxima a la AP-7. La Guardia Civil encontraría en el agujero dos bolsas de plástico, una sobre otra, que contenían los restos de la chica. En una de ellas encontraron los brazos, las piernas y la cabeza, mientras que en la segunda estaba el tronco.

El asesino, para intentar despistar a las autoridades, denunció la desaparición de su novia. La intuición del guardia civil de Vinaròs que recibió la denuncia de la desaparición de Nalea por parte de su novio fue determinante para comenzar a investigaelo. El autor confeso del crimen, que reveló a los agentes dónde estaba el cuerpo de la chica, se presentó en el cuartel casi un mes después de que la joven fuera vista por última vez. Su testimonio fue bastante ambiguo y levantó las sospechas del agente. La unidad orgánica de la Policía Judicial se hizo cargo del caso y acabó logrando la confesión del vecino de Vinaròs, que ingresó en prisión preventiva. 

También fueron arrestados su madre y su padrastro por, supuestamente, haberlo encubierto y ayudado a deshacerse del cuerpo. Posteriormente, estos cargos se archivarían porque el encubrimiento no es delito en España entre familiares directos. 

El juicio y la condena

El condenado fue juzgado por un jurado popular a principios del 2021 en la Audiencia Provincial y se acogió en el juicio a su derecho a no declarar, renegando de su abogado defensor. La madre de Nalea Sereva dijo en el juicio que su hija le alertó de que su novio la iba a matar. Fue uno de los numerosos testimonios, hasta 11, convocados en una de las maratonianas sesiones. Finalmente, Maris fue condenado a 23 años de cárcel por los delitos de asesinato con agravantes de género y de parentesco. Además, como indemnización impuso el pago de 91.000 euros a la madre de la víctima y 19.500 a cada uno de sus dos hermanos, según la sentencia que adelantó en exclusiva este diario.

El artículo 526 del Código Penal contempla en España el delito de profanación de cadáveres, que se castiga solo con pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a diez meses. En el caso de Nalea no se aplicó.

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