El núcleo interno de la Tierra se mueve ligeramente hacia adelante y hacia atrás cada seis años, lo que explica las variaciones en el tiempo que tarda nuestro planeta en girar sobre su eje y que un día sea unas veces más largo que otro.

Un nuevo estudio ha descubierto algo sorprendente: el núcleo interno de la Tierra sufre oscilaciones que contradicen la teoría de que gira constantemente a una velocidad cada vez mayor, en relación con la superficie del planeta.

El estudio fue realizado por un equipo de expertos de la Universidad del Sur de California, (EE. UU.) y se ha publicado en la revista científica Science Advances.

El núcleo de la Tierra es la parte más interna de la Tierra, situada a casi 3.000 kilómetros de profundidad. Consta de una parte interna que es sólida, con un núcleo externo líquido a su alrededor. Ambos consisten en metales, principalmente hierro.

El núcleo externo es líquido porque la temperatura es de miles de grados, pero en el núcleo interno la presión es tan alta que el metal se solidifica en una esfera. Esa esfera tiene aproximadamente el tamaño de Plutón y crece lentamente.

Kilómetros de ida y vuelta

Esa esfera gira, al igual que nuestro planeta. Pero en la década de 1990, los científicos descubrieron que ese núcleo no gira sincronizado completamente con el resto de la Tierra.

Esto ocurre porque la masa que rodea del núcleo interno es líquida. El núcleo gira un poco más rápido que el manto y que la corteza de la Tierra, aproximadamente un grado cada millón de años. Hasta ahora se pensaba que eso era un comportamiento estable.

Lo que ha descubierto la nueva investigación es que el núcleo de la Tierra no gira de manera estable como se había teorizado, sino que fluctúa ligeramente en relación con el núcleo externo, moviéndose un poco más rápido durante seis años y luego un poco más lento.  En total recorre varios kilómetros en sus viajes anuales de ida y vuelta.

Los científicos están intentando comprender cómo se formó el núcleo interno y cómo se mueve con el tiempo, porque eso les interesa comprender mejor la oscilación que presenta. Esperan que futuras investigaciones aporten observaciones suficientemente precisas para comparar con los resultados obtenidos en este estudio.

Sismógrafos reveladores

El problema radica en que resulta imposible observar directamente el núcleo interno de la Tierra, lo que implica que los investigadores se valgan de mediciones indirectas para explicar el patrón, la velocidad, la causa del movimiento y los cambios en el núcleo.

Para conseguirlo, los científicos trabajan con sismógrafos, que miden el movimiento de terremotos o explosiones. Las pruebas nucleares también se rastrean de esta manera.

Cuando varios de estos dispositivos se configuran cerca unos de otros como una red, los investigadores pueden seguir el impacto de las pruebas nucleares con precisión, incluso a lo largo de diferentes periodos de tiempo.

Para ello utilizan las mediciones que tuvieron lugar con los experimentos subterráneos con bombas nucleares que tuvieron lugar hace décadas, ya que las vibraciones causadas por un experimento con una bomba atómica viajan a través de la corteza y del manto de la Tierra: rebotan como una pelota contra el núcleo interno duro, cuando regresan a la superficie.

Dos observaciones

Eso significa que las vibraciones provocadas por las explosiones atómicas se ven afectadas por el movimiento del núcleo de la Tierra: si la vibración regresa a la superficie en diferentes tiempos, indica que el núcleo de la Tierra se movió, así como de qué manera y en qué dirección, cuando se produjo la explosión atómica.

Este mismo equipo de investigación, liderado por John Vidale, ya había analizado con anterioridad datos de experimentos nucleares que la Unión Soviética había realizado en el archipiélago ártico Nova Zembla entre 1971 y 1974, para seguir la pista al comportamiento del núcleo terrestre.

En la nueva investigación, aplicó el mismo método al análisis de los datos de los experimentos estadounidenses en la isla Amchitka en 1969, frente a Alaska.

En la primera observación había descubierto que el núcleo interno giraba más lento de lo previsto, aproximadamente 0,1 grados por año. Pero en la segunda observación surgió la sorpresa:  el núcleo interno había invertido la dirección, girando al menos una décima de grado por año.

Relación comprobada

El nuevo estudio respalda la especulación de que el núcleo interno oscila en función de las variaciones que ocurren en la duración del día, entre otras causas.

Cada seis años, la Tierra tarda alrededor de 0,2 segundos menos en girar sobre su eje, y luego vuelve a tardar más tiemp. Esa duración fluctuante de un día a otro puede explicarse por un núcleo fluctuante, señalan los investigadores. Hasta ahora no se había encontrado evidencia tangible que esa fuera la causa, y es el resultado principal que aporta la nueva investigación.

Referencia

Seismological observation of Earth’s oscillating inner core. Wei Wang, John E. Vidale. Science Advances, 10 Jun 2022; Vol 8, Issue 23. DOI: 10.1126/sciadv.abm9916