"Podría aprobarse en unas semanas”, ha dicho sobre la vacuna de Novavax el jefe de Vacunas de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), Marco Cavaleri. Esta fórmula anti-COVID, cuyo antígeno fabrica en Porriño la empresa Biofabri, del grupo gallego Zendal, está en la primera línea de salida tras el abandono, hace algo más de un mes, de la vacuna alemana de ARN mensajero (ARNm) Curevac, que cosechó malos resultados. ¿Realmente hace falta otra vacuna? Expertos afirman que las vacunas de proteínas purificadas, como la de Novavax, tienen mucho futuro y que incluso podrían cambiar el curso de la pandemia gracias a su eficacia, inmunogenicidad y mejor conservación que las vacunas de ARNm actuales.
Un artículo publicado en 'Nature' el pasado 8 de noviembre explicaba “cómo las vacunas de COVID basadas en proteínas podrían cambiar la pandemia”, y señalaba que confieren una “protección fuerte con menos efectos secundarios que los que suelen causar otras vacunas de COVID-19”.
Uno de los científicos más convencidos de sus cualidades es el médico y toxicólogo gallego Tomás Camacho, quien ya hace meses comentaba que iba “a cambiar totalmente el juego”. “Se conserva refrigerada y tiene una seguridad, una inmunogenicidad y sobre todo una eficacia altísima, supera incluso a las de Pfizer y Moderna”, señalaba el 22 de abril en “Horizonte”.
Ya entonces parecía cercana la aprobación de esta vacuna, pero se ha retrasado mucho por problemas de fabricación y de control de calidad en otros países. No en la planta de Biofabri, que lleva muchos meses fabricando mil litros de antígeno a la semana en los biorreactores de Porriño. La satisfacción de los directivos norteamericanos de Novavax es tal que decidieron ampliar las instalaciones.
La vacuna de Novavax lleva en revisión continua por parte de la EMA desde febrero. Se ha aprobado ya en Malasia y Filipinas, y la (relativamente) pequeña empresa de Maryland ha llegado a un acuerdo con el Serum Institute of India, el mayor fabricante mundial de vacunas. La Comisión Europea firmó en agosto con la compañía estadounidense un contrato de compra anticipada de 200 millones de dosis.
Servirá como vacuna de refuerzo y se utilizará también en países con un bajo índice de vacunación. Los de menores ingresos tienen una media de alrededor del 6% de población vacunada, y como no necesita ultracongelación, sino que se conserva entre 2º y 8º, podrá llegar a zonas muy remotas.
Esta vacuna, que se administra en dos dosis con 21 días de diferencia, utiliza una proteína del virus, la S (espícula), presentada en forma de trímero (tres moléculas) con nanopartículas, junto con una sustancia adyuvante que potencia la respuesta inmunitaria. “Ya hay otras vacunas que emplean vacunas recombinantes, como la vacuna de la hepatitis B, por lo que no es una tecnología nueva”, explica África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo. “Se produce en células de insectos y no puede replicarse ni producir enfermedad”, agrega.
Aunque la plataforma de esta vacuna, llamada Nuvaxovid, es más “clásica” que la de las vacunas de Pfizer y Moderna, su tecnología no deja de ser muy puntera. La proteína S, con una pureza del 96%, se obtiene mediante técnicas genéticas: el gen de la proteína S se inserta en el genoma de un baculovirus con el que se infecta a células procedentes de tejido ovárico de la polilla del maíz, Spodoptera frugiperda.
A 100.000 euros el gramo
Para ayudar y potenciar la respuesta inmunitaria, incorpora como adyuvante una saponina (del latín sapo, “jabón”) derivada de una planta chilena (Quillaja saponaria) y que ha sido patentada por Novavax. Un gramo de esta sustancia, llamada Matrix-M, cuesta cerca de 100.000 euros. “El efecto que induce Matrix-M es que estimula a las células dendríticas [las que presentan antígenos en su superficie a otras células del sistema inmunitario] en el mismo lugar de la inyección, y favorece que se presente el antígeno en los ganglios linfáticos locales (axilares, supraclaviculares) a los linfocitos T, potenciando mucho la respuesta y la generación de anticuerpos”, detalla González.
¿Tendrá efecto esterilizante, es decir, impedirá totalmente los contagios? En un documento científico de Novavax al que ha tenido acceso FARO se afirma que su vacuna evitó la replicación del virus en vías respiratorias altas y bajas en monos macacus Rhesus. La inmunóloga recuerda que “la inducción de anticuerpos neutralizantes, si se localizan en la zona de entrada del virus (orofaríngea), evitarían la infección, ya que se unirían al virus antes de que este entrara dentro de las células”. Sin embargo, aunque califica los ensayos clínicos de “muy buenos” (protección frente a la enfermedad grave en el 100% y reducción de enfermedad moderada y leve), cree que “no se puede decir que es una vacuna esterilizante al 100%”.
Parece que ha llegado el turno de las vacunas contra el COVID-19 basadas en proteínas, una plataforma que atesora un largo historial de efectividad, como la de la hepatitis B para recién nacidos, licenciada en 1986 en Estados Unidos; la de la gripe aprobada en 2013 y las del papilomavirus humano, que han evitado millones de casos de cáncer durante este siglo.