VILLARREAL CF

La crónica | El Villarreal convierte un paseo en una película de terror ante el Celta (3-2)

El Submarino vuelve a jugar con fuego ante el Celta y está a punto de dejar escapar una ventaja de 3-0

Los jugadores del Submarino celebran el tanto de Pedraza.

Los jugadores del Submarino celebran el tanto de Pedraza. / MANOLO NEBOT

Ismael Mateu

Ismael Mateu

El Villarreal CF paseaba este miércoles noche plácidamente por La Cerámica cual enamorado un domingo tarde. Cogidos de la mano, los groguets transitaban por la senda de la victoria. Nada más iniciarse la segunda mitad, los de Marcelino ya ganaban 3-0, el equipo jugaba bonito y se antojaba una dulce Navidad. Incluso hasta el Papá Noel de la grada vestía de amarillo. Pero... ¡Zas! El sueño, el paseo se convirtió en pesadilla, una pesadilla a la que el Submarino comienza a tener mal acostumbrada a su parroquia. Dos goles encajados en cinco minutos en la segunda mitad y a sufrir. Es un cuento de tragicomedia que terminó con final feliz: 3-2 y gracias.

Menudo susto. El Villarreal de esta temporada parece estar hecho para emociones fuertes. Se ha pasado de la ruleta rusa de Setién, a la incertidumbre de Pacheta y ahora, con Marcelino, el equipo tiene orden, disciplina táctica y un estilo... pero una fragilidad defensiva no apta para cardiacos.

Ya le pasó con Osasuna, que al ponerse 2-0 encajó rápidamente un gol, aunque luego se ganó 3-1; volvió a repetirse ante Panathinaikos en la UEFA Europa League, que de un 3-0 se pasó a un 3-2 y gracias; y ayer volvieron a aparecer los mismos fantasmas ante uno de los peores equipos de LaLiga hasta la fecha, al menos en cuanto a resultados.

Alfonso Pedraza, antes de lesionarse y de marcar un golazo.

Alfonso Pedraza, antes de lesionarse y de marcar un golazo. / MANOLO NEBOT

Encaje de bolillos

Marcelino tuvo que hacer encaje de bolillos para hilvanar un once reconocible. Las numerosas bajas, unida a la de última hora de Gerard Moreno, condicionaron el preparador asturiano, que volvió a apostar por un doble lateral por la izquierda, con Pedraza de lateral y Alberto Moreno por delante; un doble pivote con Parejo y Santi Comesaña; y un ataque en el que Sorloth fue el ‘9’ y Álex Baena ejerció de Gerard como segundo punta.

La apuesta le salió bien al técnico amarillo, ya que el Submarino fue un vendaval en el primer cuarto de hora. Del pitido inicial al minuto 12 el Villarreal tuvo hasta cinco clarísimas ocasiones, un poste, tres paradones del meta del Celta y un golazo de Alfonso Pedraza, poniendo el 1-0 con un latigazo en diagonal que entró por alto ajustado al palo.

Pedraza lesionado

El tanto dio tranquilidad a un combinado de la Plana Baixa que siguió y siguió buscando un gol que realmente sí diera sosiego a un equipo frágil de por sí en lo mental. Pero antes que nada, el infortunio en forma de lesiones volvió a recaer sobre el conjunto amarillo. Alfonso Pedraza pedía el cambio al notar un pinchazo en los isquiotibiales de su pierna izquierda en el minuto 22. Un nuevo inquilino más para la repleta enfermería grogueta.

Pasada la media hora de juego, el sustituto del cordobés, Carlos Romero, fallaba un mano a mano que desesperaba a la grada, ya que solo ante Guaita disparó al ninot.

Pero el gol llegó antes del descanso, gracias a la estrategia de Marcelino. Falta lateral, balón al segundo palo, cabeceó al área Sorloth, Baena fusiló, Guaita paro y Mandi ejecutó a la red: 2-0 y todos a vestuarios. Descanso.

Locura colectiva

La segunda mitad pareció una película de suspensa. Parejo anotaba de penalti cometido sobre Alberto Moreno nada más sacar de centro: 3-0. ¡Feliz Navidad! Ah, no, perdonen, que esto es el Villarreal.

El partido tuvo un giro radical al guión establecido, se desató la locura colectiva y el Celta se disfrazó de Panathinaikos. Douvikas y Strand Larsen enmudecieron La Cerámica con dos goles en cinco minutos, del 52 al 57, y los nervios comenzaron a florecer.

Porque el Submarino 23/24 es un flan, un manojo de nervios, un equipo sin confianza al que cualquier mínimo contratiempo le asusta y le condiciona. Y el Celta se aprovechó de ello.

Albiol, KO y Jörgensen salvador

El guión de locos siguió su curso. Albiol pidió el cambio, también por lesión, e incluso Larsen pudo empatar con un cabezazo a bocajarro, pero Jörgensen salvó milagrosamente, así como Altimira sacando de la línea otro gol.

El disparate a un encuentro sin igual llegó cuando el colegiado, Soto Grado, se sumó a la fiesta con 15 minutos de descuento. Un postre nada apetecible que alteró los corazones de un Villarreal que se marcha al parón con 3 puntos que costaron una vida y mucho por hacer. ¡Feliz Navidad!

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