A punto de llegar al mar, en el tramo relativamente corto de la última parte de su curso, el riu Millars es salvado por diferentes puentes construidos en distintas épocas. Los hay modernos y los hay antiguos.

De estos últimos, el de trazas más viejas y mayor interés histórico es el que está junto al ermitorio de Santa Quiteria. Se trata del que en época medieval permitía al camí real sortear el río. Una vía que no pasaba por la villa de Castellón ya que aquella de Borriol se dirigía a Vila-real y que alguna vez los castellonenses, con el fin de forzar el paso por su pueblo y desviarlo por Almassora y Borriana, cortaron.

Hay otro puente destacable, es el que durante mucho tiempo fue parte de la carretera nacional 340. Aunque hoy ya no es así, diariamente lo cruzan miles de vehículos. Fue construido entre 1784 y 1790 bajo el proyecto del arquitecto Bartolomé Ribelles Dalmau, según indican las placas que hay a sus entradas. Allí, en la orilla izquierda, un monolito recuerda los sucesos ocurridos durante la guerra de la Independencia.

Antes de su construcción vadear el río, sobre todo en momentos de avenidas, era un peligro. La tradición narra que un caballero importante que allí vio peligrar su carroza, hizo la promesa de lograr la erección del necesitado puente. Se dice que era el conde de Aranda que venía de Alcora.

Más abajo, el puente del ferrocarril que comenzó a circular entre Castellón y Valencia en 1862, y el más moderno de la carretera de Almassora a Borriana, preceden a los restos del que fue conocido como “pont de les tres viles” cuya construcción autorizó Pere III en 1278 a Castellón, Almassora y Borriana. H