Si hay un sector en que en las últimas décadas ha sufrido una profunda transformación ese es el vitivinícola. El vino de Castellón se ha reinventado y, gracias a la inversión y a la imaginación de un puñado de empresarios de las tres comarcas productoras, los caldos de la provincia llevan años cosechando menciones y reconocimientos, tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales.

Con una producción media de dos millones de litros anuales y 12 bodegas asociadas, los productores de Castellón decidieron unirse a principios de la década de los noventa. “Fue en esas fechas cuando se creó la Asociación Vins de la Terra de Castelló, que nació de la inquietud de los viticultores y bodegueros de la provincia porque consideran que los vinos de la tierra tienen calidad y una prestigiosa personalidad, que merece ser reconocida en la provincia y el resto de España”, explica Ismael Sanju-án, presidente del colectivo.

Diez años antes de formarse la asociación, la vid de Castellón sufrió un importante mazazo. A partir de 1981 se arrancaron miles de hectáreas y de los 4.000 agricultores que vivían del vino tan solo se quedaron 200. “Los que se mantuvieron en esa actividad son los que impulsaron la asociación y decidieron moverse para demostrar que podemos ser capaces de hacer un vino de calidad”, recuerda Sanjuán.

TECNOLOGÍA // En todos estos años la materia prima sigue siendo la misma, pero las 12 bodegas que forman parte de la asociación han invertido millones de euros en dotar a sus infraestructuras de la tecnología más vanguardista.

Pero el vino de Castellón tiene un problema. Es más reconocido fuera que dentro de la provincia. “Durante 25 años en Castellón no hubo vino; así que la gente se acostumbró a beber caldos de La Rioja o el Penedés. Cambiar esa costumbre es muy difícil y por eso nos cuesta tanto introducirnos en nuestra propia casa”, reconoce Sanjuán. Por eso, una de las prioridades de la asociación es entrar en Castellón. “Estamos trabajando para que la gente de Castellón valore sus vinos y presuma de ellos”, insiste.

en TRES COMARCAS // En Castellón, la indicación geográfica Vi de la Terra se localiza en tres comarcas: el Alto Palancia - Alto Mijares (Altura, Almedíjar, Arañuel, Azuébar, Castillo de Villamalefa, Caudiel, Chóvar, Cortes de Arenoso, Jérica, Ludiente, Montán, Segorbe, Soneja, Puebla de Arenoso, Viver y Zucaina); la comarca de Sant Mateu (Albocàssser, Atzeneta del Maestrat, Benassal, Canet Lo Roig, Catí; Cervera del Maestre, Xert, Coves de Vinromà, Culla, La Jana, La Salzadella, Rosell, Sant Mateu, San Rafael del Río, Tírig, Traiguera y Alcalà de Xivert); y la comarca Les Useres - Vilafamés (Benlloch, Cabanes, Les Useres, Serra d’Engarceran, Vall d’ Alba, Vilafamés y Vilanova d’ Alcolea).

De los términos municipales de estas localidades sale toda la producción de Castellón, que lleva años intentando hacerse un hueco en el mercado internacional, fundamentalmente en Europa y América.

Y si uno de los retos es ganar mercado en Castellón, el otro es lograr la denominación de origen. Con esa marca de calidad, los bodegueros de la provincia podrían utilizar los términos crianza y reserva, un vocabulario que todo el mundo conoce y que ahora los de Castellón no pueden usar. H