Correr no es de cobardes. No, al menos, un encierro. Otra cosa es cuando en el día a día tiramos de piernas para darle la espalda a un problema con solución. Porque lo único que no tiene solución es la muerte. Muerte que en plena carrera toma forma de toro bravo y compite con la vida a escasos centímetros. 8.000 vidas ganaron la partida ayer en el encierro con toros cerriles de Gerardo Ortega. Tantas como aficionados pisaron el asfalto del recinto taurino de Almassora en la apertura de la esperada feria de Santa Quiteria.

Toreros de algodón y táctel que ayer dejaron el miedo en la parte exterior de las barreras. Como el que deja la chaqueta en el armario. Un gesto tan frío como valiente. Porque, para los que ocuparon los balcones y cadafals, es casi un imposible abandonar el miedo que produce medirse a seis astados. Buscar ese “¡sitio!” que unas veces se pide y otras se da y que ayer estaba entre las astas de Catalán, Ganchero, Valiente, Clarinero, Extremeño y Aguardentero.

EL TRAYECTO // Lo estuvo a partir de las 11.04 horas, cuando el estallido del cohete permitió la apertura del portón de los corrales de la plaza de la iglesia. Un vuelco al corazón y un aumento de las pulsaciones. De salida, uno de los astados se puso a la cabeza en la calle San Joaquín, seguido a unos metros de distancia de la manada, que fue estirándose conforme se acercaba al Raval.

En la calle Colón el último toro quedó algo descolgado; sin embargo, todos volvieron a hermanarse en la curva de La Picaora. Esa que da entrada a un carrer que se convierte en kalea cada vez que la programación se lo permite. En esta ocasión gracias a las peñas Santa Quiteria, Amigues del Bou, El Porrat, San Fermín, Maracay, T’Empujen, ACT La Picaora, ACT Aficionades Taurines y el Ayuntamiento de Almassora.

Cotizó al alza la peculiar Estafeta almazorense, donde dos ejemplares lideraron la torada en los primeros metros del recorrido.

CON CABEZA // Cabeza, corazón, ojos y piernas emplearon corredores como Sisco Bas y David Úbeda para guiar entre sus riñones a los de Gerardo, que llegaron a calle Riu un minuto y 45 segundos después de su salida con tres toros en las primeras posiciones y otros tres cerrando el grupo.

Un ritmo que repitieron los de San Pedro del segundo encierro, que enfilaron el recorrido media hora después. Los animales, ya corridos, no dieron tregua a los aficionados, entre ellos a Jorge Gabaldón. A las 11.52 horas, el hierro de Germán Vidal firmó, por su parte, el tercer encierro y posterior desencierro, en los que se registró una menor participación. “Estoy muy satisfecho del encierro, de la gente que ha venido a verlo y de todos los valientes que han corrido delante de los toros. Ha habido una gran participación y sólo algún rasguño como incidencia”, aseguró el concejal de Fiestas, Arturo Soler, tras el cierre de los chiqueros. H