Lotina resolvió la baja de Nilmar con la entrada de Camuñas en el once inicial y jugando con cinco centrocampistas y un solo punta. De partida, Borja Valero disfrutó de absoluta libertad ayudando a Marco Ruben. El Espanyol también fortificó la medular. La batalla, como no podía ser de otra manera, se fraguó en la parcela ancha. Fútbol, lo que se dice fútbol, hubo muy poco y el juego fue tan intenso como aburrido en la primera parte, salvo pinceladas puntuales de talento.

Los dos equipos encadenaron el partido con un control táctico exhaustivo que solo se rompía por alguna fisura individual. El Espanyol aprovechó las veleidades de Zapata para sacar las garras, pero se quedaron en meros sustos. La receta de los amarillos era más intensidad, mayor atención en los pulsos personales y una concentración superior. Todo era necesario porque el Espanyol demostraba que es uno de los equipos importantes de Primera.

LA JUGADA CLAVE // La victoria era una cuestión de un detalle. El Villarreal buscó su oportunidad y le llegó en el minuto 36. Marco Ruben hizo gala de su olfato goleador y aprovechó las manos blandas de Casilla para mandar el balón a la red. El árbitro anuló la jugada por interpretar que el portero periquito tenía la pelota cogida cuando en realidad estaba fuera de su alcance. Otro error más en contra de los amarillos. No iba a ser el único, puesto que en la segunda parte tampoco vio un claro derribo de Forlín a Borja Valero en el área. El Espanyol también buscó su detalle diferencial, pero Diego López ejerció otra vez de súper y salvó un mano a mano solo con Uche.

El Villarreal dio un paso adelante en la segunda parte. Fue a por el partido y superó a un Espanyol que exhibió también una gran fortaleza como bloque. La actitud y la intensidad con la que se emplearon los hombres de Lotina merecía mucha mejor suerte, pero sobre todo alertaba de que el Villarreal nunca debía haber afrontado el tramo final de la Liga con esa presión por el descenso que le tose en la espalda.

Los amarillos acabaron encerrando al Espanyol en su área y buscando ese gol que les otorgara el triunfo y del que le privaron dos errores arbitrales. El Villarreal acabó con su puerta a cero demostrando su progresión, pero ahora es necesario un poco más de punch en ataque. El descenso se sitúa a cuatro puntos con el Zaragoza como directo rival. La lucha continúa, pero el Villarreal parece más preparado para ella que hace dos semanas. Eso es mérito de Miguel Ángel Lotina. H

Un punto es un punto, aunque anoche al Villarreal le birlaron dos de una tajada con sendos errores arbitrales al anular un gol a Marco Ruben legal y obviar un penalti de libro de Forlín a Borja Valero. La amenaza de la zona roja permanece con un colchón de cuatro puntos, pero lo más positivo es que ahora el Submarino parece mentalizado para afrontar esa pelea en los suburbios de la Liga en la que desde hace una década no se veía inmerso. Es la obra de Lotina, quien ha conseguido reconstruir un equipo de fútbol desde los cimientos básicos en este deporte, que no son otros que la fortaleza defensiva. En el debe continúa estando la falta de pegada en ataque, que deberá resolverse con el inminente regreso de Giuseppe Rossi. Mientras sumar es bueno.

Lotina continúa su trabajo de fontanero en el Villarreal. Partido a partido, continúa tapando goteras. El trabajo a destajo por cerrar la sangría que sufría el equipo amarillo en su juego defensivo no ha caído en saco roto. Colectivamente el Submarino ha experimentado una notoria progresión aunque todavía restan por pulir los detalles individuales. Zapata fue la excepción dentro de una maquinaria que funcionó perfectamente ante el Espanyol. Los despistes del central colombiano estuvieron a punto de costarle muy caros al Submarino.

El gran éxito de Lotina ha sido dotar de un estilo a un equipo que antes concedía grandes facilidades a los rivales. Este Villarreal ha aprendido a valorar un 0-0 como un punto sobre el cual asentar metas mayores y defiende y ataca con más cabeza y serenidad que hace apenas tres o cuatro partidos.