El Castellón está obligado a, nuevamente, reinventarse sobre la marcha. De un equipo de toque y más toque (el de Joan Esteva) a uno que busque la portería rival de una forma más directa, ya sea a través de rápidas transiciones defensa-ataque o de centros al área desde las bandas (el que pretende Ramón María Calderé), con el paréntesis de Ramón Moya. Un fútbol más tradicional, defendido con una preparación física que eleve todavía más la exigencia (para muestra, un botón: el regreso de las dobles sesiones, aunque solo sea una a la semana, mientras no haya competición de Liga o Copa RFEF), fiel reflejo de lo que el tarraconense ha implantado allá donde ha dirigido. Por tanto, un nuevo volver a empezar en Castalia, esta vez bajo la batuta de un técnico aguerrido como Calderé.