La inscripción sobrenatural y sus dos manos, la izquierda con seis dedos, grabadas sobre un gran marco de tierra roja que irá a un museo de París y que ayer la alcaldesa de la ciudad, Ana Hidalgo, le ofreció como homenaje. Antes de recibirlo Rafael Nadal conversó con los enviados especiales de la prensa española, tras ganar su undécimo Roland Garros.

--¿Ha tenido más calambres?

--Que va [sonríe]. Se me pasaron en el partido, no volví a tenerlos.

--Recibió una ovación en la pista central de más de dos minutos ¿Emocionado?

--Fue un momento especial. La Chatrier es el escenario más importante de mi carrera, y recibir una ovación así me hizo tener un momento de debilidad. Pensaba que había vuelto a hacer algo que veía lejos después de tres meses sin jugar, dos lesiones y todo lo que había pasado. Con esa ovación fue todo más especial.

--¿Era un momento decisivo del año, de exigencia máxima?

--Sí. Han sido dos meses muy intensos y, al final, mejor casi imposible. La lesión en Australia, no poder jugar en Acapulco... Pero desde que volví en la Copa Davis, solo he perdido un partido.

--¿Sorprendido?

--Un poco, porque así como el año pasado tuve una gran pretemporada y me sentía preparado para competir, este año era una incógnita No sabía cómo llegaría, ni física ni tenísticamente.

--Después de un esfuerzo así viene el bajón de adrenalina, ¿no?

--Es normal que mi cuerpo lo tenga tras una exigencia máxima. El esfuerzo se nota y los años, también. Quiero descansar unos días, pero no puedo relajarme mucho. Viene Wimbledon, que para mí es un torneo muy importante y debo prepararlo adecuadamente, para llegar con garantías.

--La gente ve casi normal que gane usted. ¿Cómo lo maneja?

--Desde fuera no se aprecia, pero uno sale a la pista sabiendo cada día que puede perder y puedes ganar. Esa tensión y esa adrenalina que uno tiene cada día, es un desgaste. Es esfuerzo ha sido grande y necesitas un descanso mental. No es como antes, cuando eras más joven. Ahora tengo que cuidar mi cuerpo.

--¿Cómo se entiende una carrera larga como la suya o de otros jugadores de su generación?

--Los tiempos han cambiado. La gente dura un poco más que antes y creo que es porque hay algunos jugadores que apreciamos el deporte, valoramos y amamos lo que hacemos y, por eso, estamos teniendo una carrera larga.

--¿Le preocupa el desgaste físico que le supondrá en unos años?

--Ahora no pienso demasiado en eso; si lo hiciera, no me levantaría cada día a dar lo que debo dar para estar donde estoy. He llevado mi cuerpo muchas veces al límite y se que tendré secuelas a nivel de rodilla, de pies, articulaciones, cadera... Estamos en un deporte muy exigente y, encima, muchas veces jugamos en superficies que son muy agresivas, que nos perjudican. Sé que el desgaste de mi cuerpo va a estar ahí.

--¿Qué cambiaría de su carrera, si pudiera?

--Buf. Diría que nada, pero a toro pasado sí que tomaría algunas decisiones diferentes: a veces, uno arriesga demasiado, para mí especialmente a nivel físico.

--¿Alguna en concreto?

--Por ejemplo cuando me infiltré la rodilla en Wimbledon, en el 2012. Me arriesgué y, después, tuve que acabar parando más de seis meses. También cuando me infiltré la muñeca en el 2016, en Roland Garros, y se me reventó. Claro que cambiaría eso, pero entonces me sentía capacitado para ganar el torneo y decidí seguir. Después tuve que abandonar.