Senna se cargó a sus espaldas los pilares del juego defensivo. El hispano-brasileño ejerció de Bruno -y de él mismo a la vez-, marcándose un partidazo para el manual del perfecto mediocentro. Contagió carácter y transmitió una jerarquía en la medular que hizo del Villarreal un equipo tan rocoso como brillante. Con la intensidad que ayer exhibió el equipo amarillo, es muy complicado que se escape el ascenso a Primera División, aunque esa cara hay que lucirla también lejos del Madrigal. Por su parte, el de Artana demostró que, seguramente, hasta de portero lo haría bien, gracias a una sobria actuación como defensa central.

muy BIEN DESDE EL INICIO // El Submarino saltó al campo conectado y enchufado al máximo. A los dos minutos ya había gozado de dos oportunidades muy claras de marcar, con Uche y Hernán Pérez como ejecutores. Las lentas transiciones de la defensa al ataque de antaño eran un mero recuerdo. En consecuencia, los amarillos pisaban área con peligro. Un remate de cabeza de Trigueros, sendos tiros envenenados del paraguayo y de Cani… pero el Murcia alcanzaba el descanso con el cero a cero. Un milagro.

La segunda parte comenzó loca, con un fútbol volcánico y sin control, a tumba abierta. Un derribo de Molinero a Uche fue sancionado con la pena máxima y Senna, con paradiña incluida, inauguraba el marcador y parecía que iluminaba la senda de un nuevo estilo para el Villarreal, que se lanzó a por el 2-0 sin desmayo, pero también sin acierto.

El paso de los minutos fue alimentando las esperanzas del cuadro pimentonero, de igual forma que la ansiedad y la inseguridad de los amarillos. El partido entró en los 10 minutos finales con vida para el Murcia, cuando la victoria debería estar ya asegurada. En el 85’, los fantasmas que no abandonan a este Villarreal, que lucha denodadamente por espantarlos, se asomaron por las ventanas del Madrigal. Javi Venta no acertó a despejar un balón en la frontal del área y Saúl conectó un tiro desde unos 20 metros ante el que Mariño no pudo hacer nada. Increíble pero cierto. Otro gol en los instantes finales que privaba a los amarillos del triunfo, como ocho días antes en Soria.

LO INTENTA HASTA EL FINAL // Uche dispuso de esa pincelada final para configurar esa sonrisa de ilusión que le falta a la grada del Madrigal con un remate de cabeza al poste. Desgraciadamente, todo se quedó en una mueca de miedo. El pánico a no ascender por la vía directa atrapó a la afición amarilla. Pero la gran verdad es que el Submarino está a solo cuatro puntos del ascenso y todavía quedan 29 jornadas.

A la Mona Lisa le faltó la sonrisa, hay talento para dibujarla, pero falta gol. ¿Llegará en enero? Todos esperamos que sí. H

Qué sería la Mona Lisa si Leonardo no le hubiera puesto esa pincelada final que confiere a su sonrisa un gesto intrigante y misterioso? Seguramente sería un cuadro olvidado en un sótano. El Villarreal de ayer estuvo cerca de firmar un partido genial, adornado con una victoria brillante que significase el inicio del camino correcto para volver a Primera, pero acabó atrapado en los miedos del pasado por el empate de Saúl (m. 85) para el Murcia.

Al equipo de Velázquez le faltó el toque de distinción, que en el fútbol es el gol, para rematar, posiblemente, su mejor partido de la temporada hasta la fecha. O mejor dicho, 80 minutos de un fútbol de alta escuela, intensidad máxima y con destellos de gran nivel técnico, que podrían haber marcado un punto de inflexión. Pero ya no parece un accidente.

Un equipo que quiere ser campeón no puede firmar solo 15 goles en 13 jornadas. En un Villarreal aspirante a subir por la vía rápida, Senna no puede ser el Pichichi con cuatro goles (todos ellos a balón parado). Hubo hasta 10 aproximaciones a la meta rival con peligro y solamente marcó de penalti. No parece una casualidad, sino una carencia grave que logró que todo el mundo olvidara, con el pitido final, la exhibición de buen fútbol de los amarillos (sobre todo en la primera parte) o el sensacional encuentro del hispano-brasileño, junto con el hallazgo de una fórmula distinta de ofrecer espectáculo al juego parsimonioso de toque, fundamentada en la rapidez con el balón y en la movilidad. El Villarreal pecó otra vez de no cerrar el partido por su dificultad enfermiza en transformar en goles sus buenas acciones de ataque. Así, de la tranquilidad de la victoria y las buenas sensaciones, pasó al nerviosismo y a las dudas por obra y arte de la magia del fútbol.

CAMBIO DE PLANES // Velázquez propuso una idea diferente de juego. Encorsetar el sistema táctico del Villarreal en un dibujo determinado era, ayer, misión imposible. El pucelano echó mano de una pizarra tridimensional, en la que los cinco jugadores encargados de abanderar el juego ofensivo mostraron una movilidad, versatilidad y mutación de posiciones en el campo que no se podría ajustar a los parámetros normales de definir un entramado táctico en una sola dimensión.

El técnico amarillo diseñó un Villarreal sin corsés, con la velocidad y la búsqueda de espacios como principal seña de identidad. Uche, Manu Trigueros, Cani, Hernán Pérez y Moi Gómez llevaron de cabeza al Murcia con un constante intercambio de puestos y un fútbol basado en la rapidez de movimientos tanto de las piezas como del esférico. El resultado fue un partido espectacular en el ritmo y en la plasticidad de las acciones. El conjunto pimentonero también colaboró a la fiesta con su propuesta de buen trato del balón y el encuentro se disputó a un volumen altísimo.

BRUNO, ATRÁS // Las molestias de Truyols impidieron que pudiera jugar de inicio -como tenía previsto Velázquez- y éste tuvo que echar mano del comodín Bruno para recomponer el eje central de la retaguardia al lado de Musacchio, con el regreso de un pletórico Joan Oriol al carril izquierdo.