La plantilla del Castellón mantiene la huelga después de un día que dio la impresión de que iba a pasar mucho e importante pero, a la hora de la verdad, todo quedó en agua de borrajas. Los trucos de prestidigitador de última hora a cargo de Fernando Miralles no convencieron a un vestuario harto de que el máximo accionista les engañe, así que todo hace indicar que, salvo sorpresa mayúscula de última hora, el empresario de Figueroles será responsable de uno de los capítulos más vergonzosos en la casi nonagenaria historia de la entidad albinegra.

La nueva sarta de artimañas de Miralles comenzaron en la noche del jueves, cuando contactó con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) para informarle de que había realizado una transferencia bancaria a las respectivas cuentas de los jugadores. No coló, como tampoco la primera oferta, por llamarlo de alguna manera, que hizo a la plantilla cuando ésta se ejercitaba en Castalia. El propietario de la entidad no llegaba a cubrir ni una de las tres nóminas pendientes, las mismas que exige la plantilla para desconvocar el plante cara al partido de mañana (17.00 horas) en Castalia frente al Llosa, a través de un cheques de los que nadie se fiaba, pues aseguraba disponer de liquidez en una entidad de Valencia. Segundo intento en vano, pero Miralles todavía creía tener el recurso de un as en la manga.

más horas de espera // Después de hacer esperar a la plantilla en las entrañas del estadio durante casi dos horas, el entrenador, Fernández Cuesta, que ayer asumió la representación del vestuario junto al capitán Aarón, informaba del nuevo halo de esperanza en torno a una feliz resolución del problema. Es más, el entrenador hablaba de que Miralles le había planteado una solución que no solo garantizaba la puesta al día --económicamente hablando-- de todos los empleados y asalariados del club, sino que aventuraba un arreglo que garantizaría “la estabilidad” del Castellón al menos hasta el 30 de junio. Una salida airosa, siempre destinada a desactivar la huelga, en la que la figura de Jesús Jiménez también tenía una importancia capital.

Miralles, que nunca dio la cara sino que lo hizo a través del teléfono -por cierto, siguió sin atender a Mediterráneo-, había prometido firmar una documentación en la que se comprometía a pagar el lunes, entre otras mágicas soluciones. No hubo ni entrega ni nada por el estilo, revelando la naturaleza de esta tentativa postrera.

Así, aunque el vestuario esperará “hasta cinco minutos antes de empezar el partido”, lo cierto es que cada hora que pasa, son cada vez más remotas las opciones de que mañana haya fútbol en Castalia. Los impagos y las mentiras de Miralles tienen la culpa. H