La vida es una concatenación de experiencias y es inteligente aprender de ellas para no repetir errores. Si dispusiéramos de la oportunidad de rebobinar la cinta vital, es evidente que nos equivocaríamos menos. Saco esto a colación del tema Cani que ha sembrado inquietud en la afición. Es un jugador querido y apreciado por todos. Han salido a la calle muchas teorías de la conspiración para explicar porqué se le ha puesto en el mercado. Casi todas gratuitas

En los últimos 15 años me he arrepentido del tratamiento que en su día ofrecí profesionalmente a dos temas muy graves para el Villarreal: Riquelme y Juan Carlos Garrido. En uno me sitúe inconscientemente al lado del jugador. Y en el otro, de la parte del entrenador. En ambos me equivoqué y no me duele reconocerlo. Desde entonces, me prometí que nunca me dejaría influir por algunos factores externos, léase la estrella de turno o la opinión del mismo Fernando Roig porque cada uno lleva su hoja de ruta. Con Román, posiblemente el mejor jugador de la historia del Villarreal, me decanté cómodamente por la estrella. El ego del argentino desestabilizó al club, en aquel asunto de alargarse a si mismo las vacaciones de Navidad. Y más caprichos. Ya lo había intentado con Benito Floro, quien lo dejó fuera de una convocatoria. Llaneza también se equivocó en aquella ocasión dando cobijo al jugador. Y aprendió...

Roig mantuvo el pulso firme y fue fiel al principio de autoridad. Nunca ningún futbolista, por crack que sea, debe imponer sus caprichos. Eso debilita al club. Quizás, un ejemplo de rendirse a las estrellas es el FC Barcelona actual. Riquelme antepuso su ego a todo y lanzó un pulso a técnico y presidente.

Otro error del que siempre me he arrepentido fue Juan Carlos Garrido. Roig aplicó el mismo criterio que con Pellegrini, pero se equivocó. En este caso, el presidente también tuvo un problema de ego personal, porque no quiso escuchar a nadie y se endiosó en su cabezonería de mantener a un egocentrista en su cargo sin atender a razones. Ni a Llaneza ni a su hijo.

El egocentrismo de Garrido me impactó. Capaz de mandar a un empleado en taxi desde el hotel a que le cambiara un suéter que él mismo se había comprado en el centro de Londres porque creía que le quedaba grande, o de ponerse detrás de su asiento del bus las iniciales de su nombre. Igual que despedir al conductor habitual del autobús o vigilar hasta el perfil de whatsApp de sus jugadores para recriminarles las frases que colocaban; desprestigiar por la espalda a Valverde; mandar a un empleado como espía una semana a los entrenamientos de un rival... La lista de caprichos es larga tanto como su ego. Y se le permitieron todos. Después de 10 años se marchó del club exigiendo un aval personal del presidente para el cobro el finiquito. Llegó pobre y se marchó millonario gracias al Villarreal.

Una cosa es el principio de autoridad y otra distinta abusar del poder. Todos los casos no son iguales y Roig cometió su error futbolístico más grave.

Y ahora llega el tema de Cani. Uno más de los desencuentros que se producen en las relaciones profesionales. El problema viene de tiempo y ya les alertaba del expediente X Cani en esta misma columna. El jugador, en este caso, se ha mantenido en silencio. No hay un motivo único para su salida. Las cosas no son blancas o negras, pero yo lo resumiré en que todo ha degenerado en una pérdida de la confianza mutua. Y lo mejor es su salida del club para las dos partes, porque, aunque me gustaría, ahora no veo posible la reconciliación. Lo importante es el Villarreal, que está por encima de Pellegrini, Riquelme, Cani, Marcelino, incluso, hasta del propio Roig. Y no hay más debate ni polémica. A Cani, de corazón, le deseo lo mejor porque, de verdad, errores que haya podido cometer al margen, me parece un chaval extraordinario. El presidente ha meditado mucho su decisión y creo que ha hecho lo mejor para el Villarreal. El míster debe exigir a Gio, Cani... lo máximo. Y los jugadores respetar las reglas de peso, cuidados personales... No hay más ego que el del equipo. ¡Feliz Año! Y que los Reyes Magos se porten bien con ustedes. H