Celebraban los músicos ayer Santa Cecilia, pero el concierto del Villarreal se debatía, como la canción de Héroes del Silencio, entre dos tierras, a seis puntos de Europa y a seis del descenso. Mucho que interpretar, e interpretar bien, ante un auditorio medio vacío por la hora y por la lluvia previa. Y para más inri, muchos solistas tocados --léase Gio, Bruno o Musacchio-- y otros en las bambalinas de la reserva, caso de Uche, Jonathan y Cani.

Marcelino apostó de por una alineación revolucionaria, o como estamos melómanos por la cara B. Valiente apuesta para el día que hay que despejar dudas y cortar la mala racha... Y costó, porque los instrumentos no sonaron bien de inicio, pero se entonaron, con Cheryshev, Trigueros y Pina. La cara B sacó sus éxitos; con un Mario de nuevo salvador y un Gerard Moreno que sigue machacando. Hasta que fallaron las notas de la tranquilidad con el miedo de un posible empate. Incomprensible, y solo entendible desde la ansiedad por ganar y el miedo a los últimos minutos. Más aún cuando con los cambios algunos solistas veteranos de la reserva ya estaban en el césped.

Al final se ganó con demasiada angustia, sin los solistas estrellas y con el público animando desde la grada como nunca. La de anoche es una victoria importante, de las que pueden y deben abrir, recuperando efectivos y tranquilidad, la puerta al in crescendo. El calendario así lo exige. H