Dicen que nunca hay que desistir de los sueños de uno por inalcanzables que parezcan. Lo importante es tratar de visualizar las señales que nos llevan a ellos. Pero por encima de todo plantearse unos objetivos y luchar para conseguirlos. Así de claro lo tuvo Juan Caballer, un joven de Villahermosa del Río que con 18 años decidió superar un obstáculo de 9.585 kilómetros y lanzarse a la aventura soñada: ser actor. Aunque la arquitectura fue su primera pasión inicial, el teatro pudo con todo.

Ahora, a sus 21 años, reconoce que dedicarse a una pasión naciente de uno mismo “no es tan fácil y divertido como parece, porque pasa de ser un hobby a tu medio de vida con el que ganas dinero para pagar tus facturas”.

Sus inicios más básicos fueron en la escuela de teatro Coco Comín situada en Barcelona y desde ahí se produjo el gran salto a la Universidad American Musical and Dramatic Academy de Los Ángeles, donde se graduó en Teatro Musical, pasando antes por Londres para realizar un cásting, en el que fue elegido. “Mudarme de casa para dedicarme profesionalmente a lo que me gusta no iba a ser fácil, pero tenía muy claro que debía intentarlo. Y el hecho de hablar inglés desde pequeño ayudó mucho para que me adaptara a mi nueva vida”, señala Caballer. Ahora, tras haber estudiar teatro musical, donde también aprendió interpretación, cante y baile, dedica su impagable tiempo en corretear por los escenarios, que es para lo que con tanto sacrificio se ha preparado.

“Salir a escena es como subirse en una montaña rusa. Hay adrenalina y nervios pero sabes que estás en un lugar seguro y que la recompensa será inmensa” asegura emocionado Caballer quien recuerda que una de las primeras lecciones que se aprende como actor es “la de aplicar tus experiencias y tu vida a los personajes que estás interpretando”.

COMO TERAPIA// Otra de las enseñanzas que se va asimilando es la de que “el teatro sirve de terapia para solucionar los problemas de tu vida que aparecen disfrazados en un personaje”. Y está convencido de que “no hay ninguna carrera que me llene y me ofrezca tanta recompensa como ésta”.

Nadie en su familia comparte esa pasión por el teatro, que comenzó a vivir desde los 16 años, cuando participaba en Coco Comín. Sin embargo, su vocación se fraguó siendo muy pequeño cuando en el Teatre Unió de Sant Cugat (donde vivía) hizo sus pinitos. Pero fue gracias al musical Peter Pan cuando se dio cuenta de que el teatro era su pasión.

Su ambición va más allá y afirma que le encantaría crear también un personaje -en un musical nuevo- con compositores que escriban las escenas y las canciones, aunque de momento se conforma dar vida en escena al jefe de una banda callejera puertorriqueña, en el Nueva York de los años 50, en West Side Story. Un papel en el que dice sentirse muy identificado porque su protagonista -al igual que él- se mudó para encontrar una vida mejor y se enfrentó al hecho de ser inmigrante.

De momento, su vida de artista está en Estados Unidos. “Mi gran sueño sería actuar en Broadway, la calle más famosa de Manhattan y punto de referencia para muchos teatros”, indica Caballer. Pero, a pesar de la felicidad que le aporta su trabajo, no deja de añorar sus orígenes: “Cada año la semana de fiestas de Villahermosa es la más dura para mí. Me perdí estos últimos años porque una carrera de cuatro años la cursé en dos años y 9 meses, sacrificando el verano para acabar antes y eso supuso no estar en mi pueblo, donde echo mucho de menos estar con los míos”, concluye. H