Evoca clasicismo, arte, duende. Por tercer año consecutivo, Manuel Manzanares elige Castellón como su primera gran feria de la temporada. Para el alicantino, “comparecer en Castellón en mi segundo festejo del año es una auténtica alegría: supone arrancar cerca de mi tierra, de mis orígenes, y en una plaza que para mí supone todo un reto”. “Como todo torero que se precie, me encanta arrancar todos los años en Castellón y terminar en Zaragoza”, manifiesta.

--¿Qué balance haría de estos dos últimos años consecutivos en la Magdalena?

—El coso de Pérez Galdós ha sido testigo de mi evolución y de mi madurez. Creo que este año el público de Castellón va a ver un Manuel Manzanares muy distinto al de 2012. Me siento más compenetrado que nunca con mis caballos y salgo satisfecho y seguro de mí mismo, identificado con mi manera de sentir el toreo.

—El cartel de rejoneadores de la feria de la Magdalena 2016 se abre a toreros jóvenes, más que en otras ocasiones. ¿Cómo lo valora?

—Dar oportunidades a toreros jóvenes es algo muy necesario para la fiesta en estos tiempos. Hay gente muy joven que vive por y para mis caballos, sin olvidar el toro, y que hace constantes sacrificios para poder convertirse en figura. Merecemos que confíen en nosotros.

--¿Cómo describiría la afición de Castellón? ¿En qué se diferencia del público de otras plazas?

—Castellón es una afición seria, que pide responsabilidad y que al mismo tiempo es responsable. Evalúan la afición con criterio y demuestra ser un público exigente, pero, al mismo tiempo, se caracteriza por su entrega.

--¿Quiénes son sus referentes?

—Sin duda, Pablo Hermoso de Mendoza. He pasado siete años viviendo en su casa, empapándome de su forma de torear y de su forma de vivir y me ha enseñado técnicas y cuidados para los animales, recursos a la hora de torear, y me ha tratado como si fuera un familiar más.

--Aunque las diferencias entre el toreo a pie y a caballo son obvias, ¿qué características de su padre, José María Manzanares, le gustaría heredar como torero?

--Está claro que el toreo a pie y el toreo a caballo muestran grandes diferencias, pero la esencia es la misma, y en eso mi padre fue un referente: quiero ser como él en su espíritu de trabajo, el amor a su profesión y su afición. Él me enseñó que para ser torero hay que vivir 25 (y no digo 24) horas al día pensando en el toro. H