Que se están perdiendo las buenas costumbres y la educación es un hecho constatado. Sirva como ejemplo el manual de las buenas maneras para viajar en metro publicado en París. Instando a los pasajeros a aportar ideas, se ha confeccionado un folleto con más de dos mil sugerencias. Una de ellas dice que el cigarrillo tachado dentro de un círculo rojo en la pared no es una obra de arte contemporáneo, sino que significa que está prohibido fumar. Otros consejos se refieren al uso del teléfono móvil, la higiene personal o la conducta que se debe tener en la entrada y salida de los vagones. Algunas de las recomendaciones son tan curiosas como ser amable y ayudar al chico de la camisa floreada que tiene un mapa en una mano y se rasca la cabeza con la otra. Y es que la buena o mala educación tiene mucha importancia para que la convivencia sea agradable.

El civismo no se transmite con un listado de normas de conducta, sino creando un entorno que favorezca esa actitud. El asilvestramiento de los jóvenes hace que provoque asombro encontrar a una persona educada. Gran parte de la culpa la tienen los padres que no han sabido inculcar normas de cortesía en sus hijos. Por otro lado, tanto la televisión como las redes sociales son una fuente continua de improperios. La tendencia al coleguismo, en un erróneo intento de rechazar el autoritarismo, ha dado paso a la chabacanería, vulgaridad y la ordinariez. H

*Psicólogo clínico

(www.carloshidalgo.es)