Querido lector:

La Comunitat Valenciana está a la cola de las comunidades autónomas en apoyo a los alumnos con necesidades especiales en su educación. Solo el 0,8% de estudiantes recibe el respaldo educativo necesario, según el Ministerio de Educación, aunque la Conselleria de Educación lo eleva al 7,4%. Y la integración de estos alumnos en unidades ordinarias también es el más bajo de España.

Pero sea cual fuere la diferencia estadística entre una administración y otra, la realidad es la que es y supone una deficiencia endémica para la administración educativa valenciana, que, hoy por hoy, no ha dispuesto de los medios necesarios ni ha establecido protocolos (y lo poco que hay ni siquiera se cumplen) para atender a estos niños y jóvenes abocándolos en la mayoría de los casos al fracaso escolar e incluso a verdaderos dramas familiares.

Y no hablamos de alumnos y alumnas con deficiencias físicas o intelectuales. Hablamos de niños y jóvenes que acuden a las clases ordinarias pero que presentan necesidades educativas diferenciadas de los parámetros estándares. Alumnos que pueden necesitar cuestiones tan simples como un refuerzo en matemáticas, un refuerzo en lenguaje, exámenes orales en vez de escritos, refuerzos de idioma por ser extranjeros o monolingües, ritmos explicativos más pausados o más rápidos, procesos de lectoescritura o comprensión lectora diferenciados, procesos de atención distintos por hiperactividad o por déficit de atención, ritmos diferenciados a los estándares como los denominados superdotados, etc. El abanico es tan amplio como inexistentes los protocolos de la Conselleria e inexistente el interés de la consellera María José Catalá que en vez de reconocer errores los pretende justificar con la tópica guerra de datos.

La realidad es que el sistema no está preparado. Ni se hace nada por corregirlo por parte de la administración ni el profesorado pone, salvo excepciones, voluntad para solventarlo ni está mayoritariamente preparado, ni se le dota de tiempo y presupuesto. Lo dicho. Un fracaso escolar valenciano que espanta.