Querido lector, la campaña electoral griega me ha cogido terminando de releer un libro de Jonh Kenneth Galbrait (profesor y asesor del presidente J.F. Kennedy) en él, el economista dice que todo se puede y se debe explicar de forma fácil y con alguna anécdota que ayude a entender y a sonreír.

Días después, los medios de comunicación me devolvieron al día a día, a una campaña que me recordó la dramática situación de Grecia. Reviví, durante ella, aquel tiempo en el que la codicia de banqueros prestamistas, políticos corruptos, agencias calificadoras de riesgo... etc., la animaban para que pidiera préstamos frente a la retracción mundial y a las nefastas consecuencias que recaían sobre su economía de turismo y navieras. Me acordé de cómo esa gente le permitió endeudarse por encima del nivel exigido por la UE y manipuló sus cifras para decir que cumplía el pacto de estabilidad. Incluso leí, como algunos candidatos explicaban que, después, las mismas instituciones y personas, por estar en la UE y en la moneda única ya no le permitieron hacer la política cambiaria que necesitaba, ni devaluar la moneda, ni administrar los créditos. Al final, con un déficit y una deuda por el cielo, la UE, el BCE y el FMI en representación de los de siempre, de los banqueros, la rescatan dándole millones para que pueda seguir gobernándose y, así, devolver los préstamos y las deudas adquiridas como primer objetivo por delante del bienestar de los griegos. Pero a cambio, le impusieron un inhumano plan de ajuste que entre otras medidas le obligó al Parlamento griego a aceptar un presidente y un Gobierno, a eliminar empleos públicos, a reducir los salarios, a recortar en educación y sanidad, a crear nuevos impuestos y aumentar otros, a suprimir prestaciones sociales... etc. Situación que no tiene comparación con ningún país de Europa, que han creado las élites y que ha cargado calamidades de toda índole (pérdidas de empleo, de la familia, del hogar y del amor de la patria) sobre los ciudadanos.

¿Qué por qué cuento esta historia? Porque el resultado de las elecciones griegas me han recordado lo de J.K. Galbrait: lo de explicar la cosa de forma fácil y con alguna anécdota que ayude a sonreír. Es fácil explicar, pues, que los griegos optaron por no votar a los partidos y personas que colaboraron con todo ese sacrificio humano. Es fácil explicar, también, que han preferido antes un futuro desconocido y con esperanza de justicia social, antes que una Grecia con políticas posibilistas que han perdido el rostro humano. Lo que no puedo hacer, ni quiero, es contarles esta historia con una anécdota que les haga sonreír. El tiempo dirá. H

*Experto en extranjería