Evocando al baño de Fraga en Palomares, en el pasado pleno de Vila-real, el concejal socialista Paco Valverde exigía a un ordenanza que le trajera un vaso de agua del grifo para bebérsela ante las cámaras y demostrar que el agua potable de Vila-real no estaba contaminada. Un trago innecesario porque el PP nunca ha dicho que el agua que se consume en Vila-real sea tóxica. Sin embargo, los socialistas del gobierno vila-realense se ufanan extrañamente por negarlo, supongo que para ocultar el verdadero problema.

La cuestión es sencilla. En agosto del 2012, la empresa gestora del agua detectó en unos análisis a los pozos de suministro del municipio, altos niveles de bromacilo (un componente de herbicida). Los índices de este producto superaban lo permitido por la Conselleria de Sanidad. Por eso, de manera inmediata se dio una solución, que fue mezclar el agua contaminada de los pozos, con agua limpia del consorcio de la Plana para diluir la cantidad de bromacilo y así convertirla en potable. Esa mezcla sí es la que ahora bebemos.

Entonces, los técnicos municipales ya dijeron que esta mezcla debía ser una solución temporal, puesto que había una solución definitiva que era la construcción de plantas de carbono. Sin embargo, el socialista José Benlloch, en lugar de escuchar a sus técnicos, se ha pasado dos años mezclando agua.

Construir las plantas de carbono cuesta unos 300.000 euros cada una, pero realmente a los ciudadanos no les costaría nada porque se podrían costear con el canon que la empresa gestora debe abonar al consistorio. Por otro lado, pagar el agua de la mezcla vale 500 euros al día, que sí están pagando los ciudadanos. Es decir, que hasta ahora ya hemos pagado más de 300.000 euros, por tanto, ya tendríamos una planta construida.

Es sencillo, las cuentas salen y son beneficiosas para los vila-realenses, pero nunca se ha puesto en marcha.

Ahora desde el Partido Popular le hemos recordado esta solución al señor Benlloch. Pero como se lo ha dicho el PP, lo rechazan de plano. Y encima andan escenificando la famosa escena de Palomares, donde casi se negó que hubiera una bomba atómica perdida en el mar y que hubiera contaminación dispersa en la zona de Almería, como sucede aquí con el bromacilo. Solo espero que siguiendo esta comedieta, tal como sucedió en Palomares, venga Paco el de la bomba (Francisco Simó, pescador y vecino de Almería) que vio caer la bomba e indicó a los americanos donde encontrar el artefacto, a ver si aquí también señalando el problema, somos capaces de solucionarlo. H

*Portavoz del PP en Vila-real