Mucho se ha hablado estos días sobre la imperiosa necesidad que tenía Pedro Sánchez de ganar su primer debate sobre el estado de la nación para fortalecer su liderazgo en las filas de un PSOE desnortado. Y visto lo visto, el propio Sánchez aceptó el reto de dirigir su discurso a su bancada en vez de buscar la audiencia entre los ciudadanos. Y es que al líder del PSOE le preocupa más Pablo Iglesias que los problemas de España y por eso su discurso sin alternativas demostró que nada tiene que ofrecer salvo la derogación de algunas reformas llevadas a cabo por este Gobierno, y entre ellas, la laboral.

Sorprende que el partido que abandonó el Gobierno con 3.500.000 de parados se atreviera a dar lecciones a un Ejecutivo que ha conseguido invertir la ecuación de destrucción de empleo por creación del mismo. Decía que abandonó el Gobierno porque el presidente Zapatero convocó anticipadamente elecciones convencido de que su gestión al frente del país nos había llevado irreversiblemente a solicitar el rescate a nuestros socios europeos.

En un ejercicio de dejadez de funciones sin precedentes convocó elecciones cuando lo que tocaba era aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el 2012. Pero se sabía incapaz de diseñar las cuentas públicas anuales y le faltó valentía para afrontarlas. Decidió, convencido de su derrota, que fueran otros los responsables de solicitar el rescate para no llevar esa losa en su haber político tras las dramáticas e implacables consecuencias que se ello se derivarían.

Pero se topó con un presidente convencido de que España podía hacerlo sola, sin tutelas y sin entregar nuestra soberanía a la troika europea.

Si bien es cierto que hemos pagado un precio muy alto aceptando sacrificios (mucho menores de los que hubiera supuesto un rescate) no es menos cierto que España ya encara su futuro con optimismo.

Mariano Rajoy habló de economía y de los logros conseguidos entre todos. Pero también anunció una batería de propuestas que se activarán en breve para las familias, los autónomos y las pymes porque ya es posible aflojar tras años de esfuerzos y renuncias.

El alegato apocalíptico de Sánchez, vacío de medidas, no cuajó porque los datos le desmienten y porque los socialistas arrastran la culpa de 7 años de acción política que nos llevaron al dolor de una crisis que se ha cebado en demasía. Perdió la oportunidad de presentarse como la izquierda moderada y moderna que necesita España frente a esa izquierda del resentimiento, la radicalidad y del revisionismo sectario que se asoma en el horizonte.

Fue su primer debate... y posiblemente... será el último. H

*Diputada nacional PP