Querido lector:

Cuando se eligen nuevas listas para nuevas elecciones, siempre hay caídos de la lista anterior. Aunque en la candidatura a Les Corts por Castellón que ha elaborado Ximo Puig para los próximos comicios autonómicos, el caído más sobresaliente, Francisco Toledo, quizá sea con diferencia el diputado más cualificado y el que no hace de la política una profesión. De ahí su duro mensaje en redes sociales al conocer que no había sido elegido a pesar de que fue el cabeza de cartel en 2011, eso sí, tras echar por tierra Alarte la lista que propuso Colomer.

Señalar en un fragmento de su despedida que hay entre los integrantes de esa candidatura elegida “unos cuantos que me avergüenzan como compañeros porque su objetivo no es otro que seguir en la mamandurria de un cargo público durante legislaturas y legislaturas”, además de expresar una rabia contenida por ser excluido aunque tenga más razón que un santo, también es propio del que no ha acabado de entender que en política hay quienes acuden para trabajar por el bien común desde una opción política y hay quienes existen solo para vivir de ella y del cargo.

Puig, en su apuesta personal para la elaboración de la lista, ha aplicado varios criterios. Por un lado, tal y como ya hemos dicho, ha incluido en los puestos de salida a independientes cualificados. Por otro, ha aplicado un reparto semiterritorializado de la provincia aunque primando a la capital. En tercer término, ha compensado a la bandera municipal más importante, Vila-real. En cuarto lugar, ha seguido como es norma la combinación de género en cremallera. En quinto lugar ha mantenido cierta continuidad basada en el trabajo desarrollado en la legislatura. En sexto término, ha premiado lo que podríamos denominar eufemísticamente la afinidad o la fidelidad. Y por último, ha aplicado el criterio de la contradicción: ha descartado verbos sueltos, preparados e independientes pero tendentes a la indisciplina y la crítica como Toledo, primando el control, al tiempo que ha fichado esa independencia fuera.