Esta semana pasada se cumplieron 40 años desde que un directivo de Motorola realizara la que se considera la primera llamada de la historia de la telefonía móvil. Martin Cooper, así se llamaba el ejecutivo, salió a la calle, la sexta avenida de Nueva York, y llamó Joel Engle, su mayor rival en el sector (la compañía americana AT&T) preguntando “¿a qué no sabes desde donde te llamo?” El teléfono era un Motorola DynaTac de 800 gramos, 33 centímetros de alto, 5 de largo y 9 de grosor. Para hacernos una idea, un ladrillo que tardaba 10 horas en cargarse, contaba con media hora de autonomía y que tenía un precio equivalente hoy en día a 7.000 euros.

Evidentemente, a Joel Engel no le hizo ninguna gracia la llamada, pues ambos competían por ser los primeros en instaurar definitivamente las llamadas móviles. Al final fue Motorola quien se llevó el gato al agua, por lo que el directivo de la AT&T tuvo que superar el rencor y reconocer la supremacía de la compañía rival.

Y es que tanto el odio como el rencor son dos sentimientos que pueden arraigarse en nosotros desequilibrando nuestra mente. Llevar la carga de un resentimiento a cuestas nos impide ser felices. La vida es demasiado breve para perderla en absurdos resentimientos. Además, por costumbre, el resentimiento rara vez afecta directamente a la persona que lo provocó, mas bien es la persona que lo mantiene quien sufre sus consecuencias negativas. H

*Psicólogo clínico.