Querido lector:

La citricultura en la provincia de Castellón da empleo en su conjunto a más de 15.000 trabajadores en sus diferentes procesos productivos. Al mismo tiempo supone el sustento único de miles de agricultores y el parcial (un complemento de renta) de otros tantos propietarios de parcelas dedicadas al cultivo de la clementina y la naranja. Y además constituye una pata fundamental del conjunto de la economía provincial con la actividad complementaria que genera (collidors, transportistas, exportadores, comercializadores...). En definitiva, se trata de un sector económico tradicional en sí mismo, en constante evolución propia y refugio en época de crisis para muchas rentas familiares en la provincia de Castellón.

Pero esta temporada, a las muchas dificultades a las que tiene que hacer frente, se le ha sumado una vuelta de tuerca más en la dictadura de precios que los grandes operadores comerciales y cadenas de distribución ejercen habitualmente.

Esta vez, una de estas cadenas de alimentación (la alemana Lidl) ha elegido a la clementina, a la principal fruta de Castellón, para tirar su precio como oferta promocional en Holanda, abriendo el camino a que otras cadenas la puedan imitar en otros países o cuanto menos compren al mismo precio y provoquen el riesgo más que evidente de hundir la campaña citrícola.

Ponen en las estanterías de sus centros comerciales en Holanda el kilo de clementina a 0,69 euros, un 23% por debajo del precio al que debería ofertarse siguiendo el proceso comercial normalizado. Es decir, una práctica penada en algunos países europeos que supone la compra a pérdidas, presionando el precio del producto a la baja y contagiando al resto de operadores a ofertar al proveedor precios por debajo de su valor lo que puede conllevar al desastre de la campaña de clementinas castellonenses.

Los perjudicados, el sector citrícola y la economía de Castellón en su conjunto, pero en última instancia y sobre todo el agricultor.

¿Se puede hacer algo? No lo sé. Pero los agricultores... sí.