Somos millones. Somos la mitad del mundo, y somos solas, jodidamente solas, afortunadamente solas. Pero este año estamos menos solas. 170 países apoyan la huelga de mujeres y los paros del 8 de marzo. Somos miles y, por primera vez, esta fecha llega acompañada del impacto mediático así como de la ruptura de barreras de las mujeres al visibilizar como nunca la desigualdad y la discriminación, acciones que dejan al descubierto al sistema público y privado que sigue actuando sin la contundencia para lograr la igualdad real.

Hemos salido a la calle y hemos gritado infinitas veces desde hace décadas. Hemos exigido nuestros derechos y libertades infinitas veces. Hemos reivindicado la igualdad salarial, estar en los espacios de poder, en los primeros despachos y consejos de administración de las empresas. Hemos advertido y criticado infinitas veces la obligación de ser cuidadoras, de abandonar carreras profesionales y laborales. Luchamos infinitas veces por la conciliación. No queremos ser inferiores a nuestras parejas. Hemos mostrado la discriminación en todos los ámbitos. No queremos ser usadas. No queremos una sociedad machista ni unos medios sin perspectiva de género. Hemos denunciado el acoso, las violaciones, el maltrato social y psicológico. Seguimos recordando con rabia e infinita tristeza a nuestras muertas, a todas, porque el Gobierno del PP no reconoce a todas las víctimas de la violencia de género, y tampoco olvidamos a quienes quedan heridas y a quienes decidieron quitarse la vida.

Llevamos larguísimos años alzando la voz, señalando nuestra presencia y nuestro derecho a decidir, a ser iguales. Demasiado tiempo reivindicando la obviedad y, sin embargo, no hemos roto el techo de cristal. Aún no formamos parte paritaria en las instituciones públicas, en la política, empresas, enseñanza, cultura, apenas estamos en las direcciones mediáticas ni en la cúpula del sistema. La imagen mayoritaria en todos los ámbitos sigue siendo la foto fija del patriarcado, el mismo poder que sigue dañando la imagen y la esencia inclusiva del feminismo. Estamos hartas de un Gobierno indiferente que no dota de recursos al Pacto Nacional contra la Violencia de Género, que no protege ni defiende a las mujeres. Cansadas de tantos gobiernos y tantas palabras vacías. Nos sobran los motivos. Todas somos el 8-M.

*Periodista