Querido lector, los griegos tenían y tienen problemas. Y es que, es público y notorio, que ha medio fracasado, o no ha conseguido el objetivo deseado, el esfuerzo de su nuevo Gobierno, de Syriza, de Alexis Tsipras, por buscar un nuevo acuerdo con la troika (UE, FMI, BC) que permitiera pagar la deuda del rescate griego sin ofender la dignidad del pueblo y sin destruir el papel de protector social que tiene el Estado. Pero, ha sido imposible.

Para unos, los representantes de los acreedores, encabezado por el ministro alemán Wolfgang Schauble, la obligación de respetar lo acordado era el punto de partida indiscutible. Para otros, el Gobierno griego, por ejemplo, el intento de introducir plazos y tiempos que permitiera humanidad, justicia y pago con viabilidad social, etc., era un principio ético imprescindible y propio de cualquier acuerdo o acción política decente. Además, la única salida posible. Al final, el débil, con su miedo al crack o quiebra financiera, a la fuga de capitales, a la amenaza de la no inversión de los pudientes, a la imposibilidad de acceder a los mercados europeos, etc., ha tenido que aceptar las partes esenciales del viejo acuerdo impuesto y, reducir las mejoras a puntos marginales. Aunque parece ser que otra de las razones de peso que ha obligado al gobierno griego a buscar un pacto de última de hora, es la de tener conciencia de que en esta parte del mundo no hay nada viable fuera de la UE. En cualquier caso, mas allá de si son, o no, unos demagogos que sabían desde siempre, también durante la campaña electoral, que las ilusiones prometidas podían transformarse en sueño inalcanzable y que todo esto iba a terminar así, es evidente que han intentado buscar políticas que compatibilicen el pago de la deuda con el bien común. Por lo visto, esta vez y durante esta época, los objetivos de quién manda, del capital financiero, no coinciden con los objetivos de esa inmensa mayoría de ciudadanos, griegos o no griegos, europeos, que no son responsables del drama financiero y económico.

Por cierto, si este tipo solución impuesta a Grecia es negativa para todos los ciudadanos europeos, también para los españoles, lo peor si cabe es descubrir (de boca de Alexis Tsipras) que en todo el proceso y a diferencia de Holland y Renzi que, por lo visto, buscaron soluciones alternativas, el Gobierno conservador de España, el PP, Rajoy, se ha comportado como un títere de las aspiraciones de una troika que representaba a los acreedores y defendía cubrir el pago de la deuda a partir de una actitud de destrucción social, es decir, de recorte de derechos laborales, salarios, estado de bienestar, etc. Así nos va, aquí y a nosotros. H

*Experto en extranjería