El estudio dirigido por el catedrático de la UNED Juan José Miguel Tobar pone de manifiesto que en España "las mujeres son más propensas a sufrir ataques de ira" por encima de los niveles de los hombres, que son los que en todos los países registran puntuaciones más altas en los análisis científicos.

"Las mujeres españolas son más proclives a sufrir ataques de ira que los hombres", explicó ayer el catedrático, que ha participado en el curso de verano de la UNED titulado La ira: ¿pecado capital o privilegio divino?.

Según la investigación, son las mujeres entre 20 y 29 años las "más propensas" a sufrir ataques de ira en España, lo que no sucede en otros países, ya que "en todos ellos el hombre es más proclive a arranques de este tipo". De las conclusiones del trabajo resulta que "en España, la ira es una tendencia de la personalidad de la mujer", y aunque no se ofrecen los motivos se apunta como hipótesis "la velocidad del cambio social", según Miguel Tobar.

Los ponentes en el curso han definido la ira como "una emoción o proceso psicológico afectivo que sirve a nuestra adaptación a las exigencias del entorno y concretamente cumple la función de defendernos ante las agresiones, tanto físicas como psicológicas de cualquier orden". "Pero -coincidieron-, paradójicamente la ira puede ser responsable de importantes alteraciones del comportamiento, que terminan limitando y condicionando la propia adaptación de las personas".

Por otra parte, el director del curso y catedrático del departamento de Psicología II de la UNED, Enrique García Fernández-Abascal, afirmó que la "la ira es una emoción que nos ha permitido sobrevivir y llegar evolutivamente a lo que somos", pero que tiene un "importante valor social", ya que es diferente "dependiendo de quien la ejerza" porque es una emoción "muy importante socialmente".

Por ejemplo, explicó que "los niveles superiores jerárquicos parece que tienen el privilegio de usar la ira como un sistema de control social, así los casos del dios cristiano que expulsa a Adán y Eva, o el de Zeus provocando rayos y tormentas".

García Fernández-Abascal, que destacó que la ira "en algunos casos tiene efectos positivos y evita la confrontación", se refirió a la diferencia de este pecado capital según las culturas.

En Occidente la ira "tiene mucho que ver con los ataques de miocardio, ya que contener un ataque de ira puede provocar un infarto", pero en Oriente no, ya que "el aprecio que tienen hacia el bienestar del grupo hace que se controlen más".