La víctima de los supuestos abusos sexuales cometidos por los sacerdotes del denominado clan de los Romanones tenía una absoluta dependencia del padre Román, lo que le llevó a sentirse «alienado y anulado por completo». Así explicó ayer ante el juez que, pese a las agresiones sexuales, que incluyeron dos violaciones, siguiera frecuentando el grupo. J.C.