Lo tenía, al parecer, todo planeado: el lugar, la hora, el arma e incluso dónde iba a esconder el cadáver. José Juan García, presunto asesino de Esther Ortí, según explicaron a Mediterráneo fuentes fidedignas, levantó parte de la pared donde ocultó el cuerpo sin vida de su esposa --en una casa familiar de Amposta-- unos días antes de cometer, supuestamente, el terrible asesinato, “con absoluta sangre fría” movido, como confesó, por un “ataque de celos”.

El detenido, después de casi tres días en el cuartel de la Guardia Civil, pasó en la mañana de ayer a disposición del juzgado de Instrucción 4 de Vinaròs, cuyo titular decretó su ingreso en prisión, comunicada y sin fianza, y quedó así imputado como presunto autor de un delito de homicidio, según el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat.

Las mismas fuentes detallaron que José Juan García, se acogió ayer a su derecho a no declarar “remitiéndose a las declaraciones prestadas en el cuartel de Vinaròs ante los especialistas de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Castellón”.

El presunto asesino manifestó, como indicaron los allegados de la víctima, “una sangre fría escalofriante”. Así, revelaron: “Cuando desapareció Esther, la familia interpuso la denuncia el viernes y comenzaron a hacer carteles para repartirlos por toda la localidad con el fin de encontrarla. Él, en cambio, estuvo todo el viernes junto a ellos, sin moverse de la casa, diciendo que no sabía a dónde buscarla, ni qué podía haberle pasado... Fingiendo como un actor, simulando estar afectado”. Y añadieron: “Mientras, las hermanas y cuñados de Esther le animaban a él, le prestaban su apoyo... Pese a que la Guardia Civil ya les advirtió de que él podía ser el sospechoso y que actuasen con normalidad, nunca pudieron imaginar que estaban junto a un cruel asesino sin escrúpulos”.

PREMEDITACIÓN // Según fuentes cercanas al caso, José Juan, con conocimientos de albañilería, “acudió con anterioridad al crimen hasta una casa que sus padres tienen en Amposta, cerca de la playa Eucaliptus”. Allí, manifestaron, “construyó en una de las habitaciones una pared que dejó a medio terminar”. Las últimas personas que vieron a Esther con vida fueron su hermana Pilar y una amiga. Fue a esta última a quien Esther confesó que no se iba directamente a casa, sino que pasaría antes por el almacén de la calle Prolongación Trabal, a 50 metros del domicilio conyugal de la calle San Francisco, a donde había quedado con su marido. Y allí le perdieron la pista.

Su marido, presuntamente, la mató en el almacén. La autopsia reveló, según fuentes fidedignas, que el cuerpo presentaba “un golpe en la cabeza” y fue acuchillada con un objeto punzante. Tras el crimen, supuestamente, terminó la pared, la lució y la pintó. H