Persistirá. La incidencia de los mosquitos será persistente en las próximas semanas al darse los dos factores claves para su propagación: las recientes lluvias y el calor que no se va. La plaga del mosquito común y del tigre siempre tienen un repunte a finales del verano y principios del otoño, pero este año se están alargando. Las previsiones apuntan a un final de octubre cálido y, solo que haya un poco de lluvia, las altas temperaturas calentarán los encharcamientos, que son donde eclosionan masivamente las larvas. No guarden los ungüentos o los insecticidas, porque hasta que no bajen las mínimas a 12 grados será complicado que desaparezcan los mosquitos.

Este año el pico de incidencia se ha retardado, en función del clima y de la acuciante sequía, cambiando también el nivel de virulencia. La sequía deja muchos huecos en el terreno, y al llegar un mínimo de lluvias, las larvas se reproducen por cientos de miles, necesitando, sobre todo las hembras, chupar sangre de inmediato para seguir reproduciéndose. Es un verdadero problema de salud pública, pues las picaduras son mayores y duran más días, y debe atajarse el problema de raíz, como hacen los ayuntamientos.