Calma, paz y sosiego es lo que se respira en muchas de las playas de la provincia de Castellón, un estado tan necesario para viajeros y vecinos que buscan, durante al verano, alejarse del mundanal ruido de las ciudades, las aglomeraciones, y abandonar el estrés acumulado durante el año.

Algunos municipios de la costa, en los meses más calurosos, se presentan como el perfecto destino a donde escapar para recobrar la tranquilidad y el descanso. Alcossebre, Peñíscola, Vinaròs y hasta Orpesa descubren, en verano, sus magníficas calas de aguas cristalinas, recovecos ideales para pensar, escucharse a uno mismo y disfrutar del silencio. Y es que la mayoría de estas pequeñas playas se erigen en terrenos poco edificados, como es el caso de las calas de la Serra d’Irta, una de las joyas menos urbanizadas de la Comunitat, en la que dominan las rocas naturales y las aguas transparentes, que se extienden a lo largo de tres kilómetros de litoral virgen, en un entorno marcado por la belleza de su paraje natural.

Muy cerca se encuentra Cala Argilaga, en pleno corazón del parque natural de Serra d’Irta, bañada por las conchas de los moluscos, que sustituyen a la arena. En Peñíscola se pueden encontrar infinidad de aisladas calas, como la del Pebret, con casi 300 metros de arena blanca y llena de vegetación. Casi todos estos lugares son de difícil acceso, sin embargo merece la pena encontrar una manera de pisar la arena de playas como la cala del Moro, bañada por la grava y con muy buenos fondos para los amantes del submarinismo. Estos idílicos espacios se extienden hasta la localidad de Vinaròs, plagada de estos rincones con encanto. Y es que son infinitas las calas que posee, como les Deveses, les Llanetes, el Pastor o la bella cala Foradada, que toma su nombre de una gran roca perforada por la fuerza del agua. Todas ellas son lugares que se distinguen por la arena dorada, aguas limpias, espigones acusados y espectaculares acantilados.

La cala de Orpesa la Vella, una prolongación sur de la playa de la Concha, es única por la privacidad que le confiere el saliente rocoso; y a ella se le une la indispensable playa de la Renegà, formada por un conjunto de pequeñas calas de rocas y vegetación salvaje, dos característica que convierten a este espacio en un lugar mágico. Todo un mundo de variados oasis repartidos a lo largo de la Costa Azahar. H