Una intervención integral, aunque por fases, es la solución que se plantea desde el departamento de Servicios Públicos para solucionar los defectos y desperfectos que suma continuamente la plaza Major de Vila-real, un espacio que se reformó completamente --con párking subterráneo incluido-- y cuya nueva imagen se inauguró en el 2008.

Así lo ha indicado a Mediterráneo el concejal responsable del área, Francisco Valverde, quien asegura que «se realizan reparaciones puntuales, pero el estado en el que se encuentra requiere una actuación amplia, de manera que los técnicos elaboran un informe detallado de todo aquello que está mal para llevar a cabo el proyecto que se requiera».

El edil hace hincapié en que «se han corregido y siguen corrigiéndose aquellas deficiencias que suponen un peligro para las personas, como ya se hizo reforzando las vallas de cristal que limitan las rampas y que podían volcar».

ACCIONES CONTINUAS // El cambio de todas las trampillas en el suelo que hacían ruido, lo que originó quejas vecinales, o la sustitución de algunas piezas de pavimento, «utilizando los pocos excedentes que quedaron en el departamento tras el final de las obras, en el año 2008», son otras de las acciones que se han realizado en la céntrica plaza.

Precisamente, Valverde incide en la problemática que afecta al pavimento del principal ágora vila-realense. «Aquí, el daño es muy importante, al tratarse de piezas de piedra natural de entre cinco y ocho centímetros de grosor que, en muchos casos, se han roto y están cuarteadas», señala.

Un problema que se acrecienta por el hecho de que «ya no quedan existencias para poder reponer las baldosas rotas y, como en el mercado no hay este tipo de piedra --las colocadas en la remodelada plaza procedían de una cantera China--», se ven «obligados a estudiar y plantear alguna alternativa diferente para poder salvar esta situación», matiza.

También se aprecian daños importantes en las piezas de la misma piedra que recubren el muro de uno de los voladizos, así como en la pared que delimita la plaza de la Vila. El grado de corrosión y oxidación de las marquesinas de hierro que «requiere un tratamiento a fondo», como asevera Valverde, es otro de los contratiempos a los que debe hacer frente el consistorio por el desgaste inusual de este espacio.