Vila-real cerró el año 2013 con 50.843 vecinos registrados, un nuevo descenso que le hace rondar de nuevo los 50.000 habitantes. Así se desprende de los datos del padrón municipal, que recogen el número de residentes hasta el pasado ejercicio, año en el que se registró una nueva caída de 429 vecinos, que se suma a los 208 perdidos en el 2012 y a otras bajadas registradas anteriormente.

Esta es una de las cifras más cuantiosas y, curiosamente, respondería, no solo a la crisis y a la congelación de los nacimientos y las defunciones, sino más bien a la emigración, con una nacionalidad especialmente afectada, como es la de los ciudadanos rumanos que se han marchado de la ciudad en busca de nuevas oportunidades. Encabezan el ránking con 379 residentes menos en el 2013, seguidos de los marroquíes (con 185 menos) y de los colombianos, con 43 menos. Caídas que se suman a otras menos numerosas de nacionalidades como la argentina, italiana o polaca.

Sin embargo, hay grupos de nacionalidad que se mantienen, como los llegados de Australia, Burkina Faso, Canadá, Chile, Egipto, Gambia, Ghana, Grecia, Guinea, Indonesia, Irán, Irlanda, Israel, Japón, Jordania, Kenia, Letonia, Liberia, Malta, Moldavia, Nicaragua, Noruega, Nueva Zelanda, Panamá, República de Corea, Suiza y Togo. A ellos se suman las nuevas llegadas -con cuentagotas- de un vecino de Corea del Norte, otro de Eslovenia, otro de Filipinas, uno de Libia y dos de Mauritania.

Algo que contrasta con el ligero aumento de chinos (15 más), lituanos (cinco más), nigerianos (siete), turcos (ocho) y españoles, con 387 personas que han cambiado de municipio o de comunidad para vivir en Vila-real. H