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¿Menos plástico, menos infartos?

El hallazgo pone más presión sobre el Tratado Global sobre la Contaminación por Plástico, en negociación en las Naciones Unidas

Los microplásticos son partículas de menos de 5 milímetros.

Los microplásticos son partículas de menos de 5 milímetros. / GETTY IMAGES

Michele Catanzaro

El plástico ya ha penetrado en el cuerpo humano: se ha detectado en el hígado, el colon, el bazo, los ganglios linfáticos, la placenta y la leche materna. Ahora, un estudio lo ha detectado en las placas de colesterol sacadas por cirugía de la arteria carótida de enfermos cardiovasculares. 

Lo inquietante del hallazgo es lo siguiente: aquellos pacientes en cuyas placas se anidaba el plástico tuvieron cuatro veces más accidentes cardiovasculares, en los tres años sucesivos, que aquellos cuyas placas estaban libres de plástico. Así lo ha revelado un estudio que ha detectado por primera vez esta posible conexión. Se ha publicado en el 'New England Journal of Medicine (NEJM)', una de las revistas de referencia en medicina.

¿Reducir el plástico en el cuerpo prevendría los infartos? Es pronto para sacar conclusiones. Posiblemente, esas trazas no sean una causa, sino un espía de otros causantes más importantes, como la clase social, la ocupación o el ambiente de esos pacientes. 

En cualquier caso, el hallazgo pone más presión sobre el Tratado Global sobre la Contaminación por Plástico, en negociación en las Naciones Unidas. La producción de esta sustancia ha pasado de dos millones de toneladas en 1950 a 400 millones hoy. El 40% de ello es de usar y tirar. En el editorial que acompaña el estudio, el NEJM llama a poner coto inmediatamente a su producción.

Un 2% de plástico

El estudio implicó en 2020 a 312 enfermos cardiovasculares de hospitales de Nápoles, en Italia. “Son pacientes que típicamente habían tenido infartos previos y necesitaban cirugía para limpiar sus arterias”, explica Sanjay Rajagopalan, cardiólogo de la Universidad Case Western Reserve, en EEUU, y coautor del trabajo. 

La cirugía consiste en hacer una pequeña incisión en la arteria carótida (la que se emplaza en ambos lados del cuello) para sacar las placas de colesterol y otros tejidos que la obstruyen. “Normalmente, se tirarían, pero con los colegas de Nápoles las sometimos a una variedad de análisis”, explica Rajagopalan.

El análisis con espectroscopia de masa reveló que en las placas del 60% de los pacientes había microplásticos y nanoplásticos: partículas de esa sustancia de tallas de micras (milésimas de milímetro) o nanómetros (millonésimas de milímetro). En particular, abundan los segundos, que por su ínfimo tamaño superan más fácilmente las barreras del organismo.

“Los materiales eran polietileno, que se usa en toda clase de contenedores y polivinilo, la sustancia con la cual se construyen la mayoría de las tuberías”, afirma Rajagopalan. El plástico formaba alrededor del 2% del total de las placas, estima el científico. “No debería haber plástico en las arterias. Incluso unos pocos microgramos son una cantidad significativa”, afirma.

“Desde los primeros hallazgos, las trazas de plástico se han encontrado en una variedad de tejidos. No es raro que se encontraran en las arterias. Estos estudios demuestran que estamos realmente expuestos”, afirma Ethel Eljarrat, química del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), no implicada en el trabajo.

Cuatro veces más infartos

Los investigadores siguieron la muestra de pacientes durante los tres años sucesivos. “Los que tenían micro y nanoplásticos tuvieron un riesgo cuatro veces y medio mayor de tener accidentes cardiovasculares respecto a los que no los tenían”, explica Rajagopalan.

La escena que los científicos vieron cuando observaron las placas con un microscopio electrónico sugiere lo que podría estar ocurriendo. Las imágenes enseñan macrófagos – células del sistema inmunitario que actúan de “basureros del organismo”, según Rajagopalan – intentando tragar y procesar las partículas de plástico.  

“Posiblemente, las partículas desencadenen en el organismo una serie de pasos dirigidos a deshacerse de los intrusos, que sin embargo también resultan en inflamación. Cuando esta se prolonga porque hay una entrada continua de partículas, la inflamación puede dar lugar a infartos”, explica el investigador. El mecanismo sería el mismo que ocurre frente a la formación de cristales de colesterol.

El plástico: ¿causa o espía?

No obstante, esa interpretación no está ni mucho menos confirmada. “Si se miran los datos en detalles, hay cosas que llaman mucho la atención: los pacientes en los cuales se deposita más plástico tienen muchos más factores de riesgo cardiovasculares: más hipertensión, más triglicéridos, diabetes, antecedentes de cardiopatía isquémica”, observa Antonia Sambola, cardióloga del Hospital de la Vall d’Hebron, no implicada en el trabajo. 

En otras palabras, puede que esta población tenga otros factores mucho más importantes que expliquen su peor estado cardiovascular sucesivo. La presencia de trazas de plástico podría ser una coincidencia. Desde su profesión, hasta la calidad del ambiente donde viven estas personas, son muchos los factores que podrían explicar tanto los infartos como la presencia de más plástico, sin que hubiera relación entre estas dos cosas. “No veo que se haya establecido una relación de causa-efecto con estas partículas”, afirma Sambola. 

“Hemos encontrado una asociación, no una causalidad. Este estudio abre una hipótesis”, admite Rajagopalan. “Sin embargo, los plásticos no deberían estar en nuestro organismo. No los queremos en una arteria que lleva sangre al cerebro. Es necesario averiguar qué efecto tienen. De momento, en los sitios donde se han encontrado, se ha visto que no hacen nada de bueno”, añade. 

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