"Hemos afrontado estas fiestas tan diferentes con mucha esperanza y con la tranquilidad de haber trabajado mucho para que todo salga bien. La Virgen se sentirá feliz de ver a sus hijos trabajando duramente para su honra». Así se expresa el presidente de la Real Cofradía de Lledó, Samuel Fabregat, quien profesa su veneración especial por la Lledonera. «La Virgen es la esperanza, es la Madre. Su mirada misericordiosa me ha salvado varias veces. Para los castellonenses es el faro que no se apaga en medio de la tempestad, el manto que protege a la ciudad», revela. 

Samuel Fabregat tiene la responsabilidad total de todos los actos que conforman estas celebraciones, excepto en dos eventos: la misa pontifical y la procesión general, que dependen del episcopado. «Si tuviera que elegir un momento especial para mí, serían los momentos de oración íntima junto a ella. Los momentos que casi nadie ve y quedan en la íntima relación espiritual entre la Virgen y este indigno servidor», indica el presidente de la Real Cofradía de Lledó.

«A los castellonenses les quiero transmitir mi más cordial invitación, en nombre de la Junta de Gobierno, a participar, dentro de los aforos y medidas oportunas, en los actos que todavía quedan durante estos días. Serán unas fiestas inolvidables junto a la patrona», argumenta Fabregat. La entidad, integrada por 52 personas y el Prior de la Real Cofradía, además de organizar las fiestas también se encarga de engrandecer la devoción a la Lledonera y de fomentar la formación espiritual de sus cofrades durante todo el año.