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ACTO INSTITUCIONAL EN EL PALAU DE LA GENERALITAT

Puig pide una segunda transición territorial frente al centralismo

El president reivindica un nuevo pacto entre las autonomías por justicia en financiación y fiscalidad. El discurso, centrado en el renacimiento, insta a ir más allá de las capitales desde la "confianza federal"

El president, Ximo Puig, durante su discurso por el 9 d'Octubre

Si la vida está en las calles, la vida ha vuelto. El ambiente fue de día festivo de los de verdad, sin sucedáneos. Posiblemente esa sensación de recuperación de la fiesta cuenta más que discursos, actos y banderas. Porque hay días en que la vida pesa más que los símbolos y un pincho de tortilla en la terraza de siempre adquiere tanto valor sentimental como un himno. Incluso el tiempo acompañó para los reencuentros.

Esperanza, renacimiento y justicia fueron las palabras del día en los discursos oficiales. «En 1238 nacimos. En 2021 vamos a renacer». Estas palabras casi al final del discurso del president quisieron enmarcar el espíritu del día.

Porque Ximo Puig estaba hablando del renacimiento después de lo peor de la pandemia y de la retirada de las grandes restricciones, pero no solo de eso. Estaba hablando también de un renacimiento como pueblo, de una recuperación de un lugar de esplendor si alguna vez se tuvo en los últimos quinientos años. El jefe del Consell habló de la recuperación de una «voz respetada» en el panorama español. Por eso, el concepto de justicia. Porque el discurso institucional del máximo representante de los valencianos no perdió carácter reivindicativo, aunque con equilibrio con la vertiente emotiva por las circunstancias de una pandemia que se ha cobrado la vida de 7.800 valencianos.

Justicia

Puig utilizó la conmemoración de los 500 años de las Germanies, aquella rebelión popular por una mayor justicia social, para dar una vuelta de tuerca a esa marca identitaria moderna etiquetada como vía valenciana en honor de Ernest Lluch. «Aquel episodio enseña que el pueblo unido, con germanor, es siempre más fuerte. Que no intenten dividirnos ni enfrentarnos». 

Y Puig utilizó también aquella revuelta para exigir justicia en esta hora. Que se traduce en justicia en la financiación como territorio, frente al dumping fiscal --referencia a Madrid-- y para descentralizar instituciones --otra referencia a Madrid como eje centralista-. «Ningún país es su Gobierno central. Ningún país es su capital», clamó el jefe del Consell, situado en los últimos tiempos como punta de lanza de la germania de pueblos de la periferia contra una capital de España que aparece a más distancia económica y, quizá, emocional del resto.

Para alcanzar este objetivo, insistió en la necesidad de recursos. «El remedio es la justicia», señaló. Justicia social, justicia de género y justicia generacional, precisó.

El tono reivindicativo sonó más fuerte cuando Puig dio una vuelta de tuerca al himno valenciano para pedir «que España nos ofrende aquello que nos corresponde». Ese es el objetivo valenciano, dijo, en un discurso que siempre se tiñe de tintes identitarios --es el Nou d’Octubre--. Pero Puig evitó ir más allá o dejar indicios de anhelos separatistas, como le achaca la derecha parlamentaria en cada sesión de control en Les Corts. El socialista situó como meta valenciana liderar «una España más justa». «Nunca dejaremos que nos envíen al rincón de los provincianos», dijo. Pero tampoco al de los independentistas, se pudo deducir de sus palabras.

El jefe del Consell recurrió a otra efeméride, la cercanía de los 40 años del Estatut d’Autonomia --será el año próximo--, para clavar una pica más es un su mensaje federal y de la plurinacionalidad, en el que también se ha aupado a un papel protagonista. La Transición es un valor, los acuerdos alcanzados son los cimientos de esta España democrática, pero es el momento de ir un paso más allá. Por justicia y para intentar evitar rupturas territoriales. «Ha llegado la hora de una segunda transición territorial», señaló. «Instamos a unos nuevos pactos autonómicos», remarcó, como expuso hace unos días en el Foro La Toja, en referencia a los acuerdos de 1981 que dieron lugar a la Loapa y que supusieron el cimiento de este proyecto de Estado de las autonomías.

Y si existe un centralismo que lastra las posibilidades de la Comunitat Valenciana, es obvio que, en otra escala, también ha de darse en el interior. Puig también se refirió a ese otro centralismo, menos visible. Reclamó así «estirar» la Generalitat a tierras más alejadas de València. «Es hora de acortar distancias con las comarcas».

Esperanza

«Veles e vents han mos deisg complir». Ximo Puig inició su séptimo discurso de un Nou d’Octubre como president de la Generalitat con el verso más cincelado de Ausiàs March. Una manera de aproximarse al momento actual, a esta jornada señalada como hito y «punto de inflexión». «El deseado final de un largo viaje», ha dicho. Un viaje de dolor tras año y medio de lucha contra una pandemia que parece que empieza a ser pasado. «Hoy celebramos el Nou d’Octubre más esperanzador de la historia reciente», afirmó Puig en un Saló de Corts del Palau repleto de nuevo de público, todos cerca, pero todos con la mascarilla en el rostro. El último recuerdo de un mal que no se ha ido del todo.

Esperanza fue una de las palabras clave del día. El jefe del Consell repasó este tiempo y resumió: «Nadie esperaba el dolor de perder a tantos vecinos, amigos y familiares, pero hemos resistido desde la serenidad. Con trabajo, sacrificio y solidaridad». «Es así como hoy damos paso a una nueva vida». Después de haber protegido al 90 % de la población, subrayó. Porque «la vacunación ha sido nuestra victoria». Los equipos de sanitarios que han inmunizado a más de cuatro millones de valencianos en lo que va de año han sido los principales premiados en esta jornada de fiesta y recuerdo. 

«Y así amanece este día largamente esperado», sentenció. «Conviviremos con el virus, pero no estaremos dominados por él». Este es el pronóstico que lanzó sobre el tiempo que se inaugura.

La calle lo corroboraba. Repleta de gentes, paseantes, valencianos comprometidos y turistas. En el salón, lleno, de las grandes ocasiones oficiales estaban los premiados y los representantes de las principales instituciones, incluido el Gobierno central, al que pusieron rostro los ministros Diana Morant (exalcaldesa de Gandia) y José Luis Escrivá.

El cierre del discurso fue simbólico. Si lo abría con una cita de Ausiàs, lo cerraba con una referencia implícita a Vicent Andrés Estellés: «El mañana nos espera. Caminemos decididamente». Así acaba Assumiràs la veu d’un poble. 

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