El Periódico Mediterráneo

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4.167 metros

Senderistas de Burriana, Onda, Benicarló y Castelló conquistan la montaña más alta del Norte de África

14 miembros del Centre Excursionista viajan al monte Tubqal Marruecos tras dos años de espera por la pandemia

Imagen del grupo, junto a los guías, en la cima del Tubqal, a 4.167 metros de altitud. BIGNÉ

Dos años ha habido que esperar para que una expedición de Castellón pudiera conquistar la cima del Tubqal, la montaña más alta de todo el Norte de África, en un viaje previsto para el 2020 y pospuesto de forma forzosa por la pandemia del covid-19. El pasado sábado y después de siete días de apasionante trekking por el Atlas, un grupo formado por 14 miembros del Centre Excursionista de Castelló subimos, con la misma ilusión que nervios, los 4.167 metros del pico más alto de Marruecos.

Tras haber pasado la noche en el refugio de Les Mouflons (a 3.200 metros de altitud), aficionados al senderismo de Burriana, Onda, Benicarló y Castelló nos pusimos en pie a las 4.00 de la madrugada, dispuestos a hacer cumbre. Ataviados con toda la ropa de abrigo de la que disponíamos, linternas frontales y crampones en la mochila --la gran cantidad de nieve los iba a hacer casi imprescindibles en la bajada-- comenzamos, completamente a oscuras, una ascensión que se prolongaría durante tres horas y media y que alcanzaría las seis contando la bajada.

90 kilómetros en 7 días

Sin sustos por el temido mal de altura y tras el esfuerzo realizado, alcanzamos la cima entre abrazos y alguna que otra lágrima. Al fin, después de casi 90 kilómetros hechos en una semana, 5.626 metros positivos acumulados y 6.267 negativos; lo logramos. Símbolos como el pañuelo magdalenero o la bandera de Burriana no faltaron en lo más alto del Tubqal.

Pero aunque logramos nuestro objetivo y la expedición tuvo final feliz, no lo hicimos a la primera. Bien sabido es que la montaña te expone a muchos factores y, tras alcanzar los 3.000 metros en días anteriores al ascenso definitivo, un temporal de lluvia y viento nos sorprendió en el pequeño refugio de Tazarhart y nos obligó a retroceder hasta Imlil (1.800 m.). El ánimo estaba mermado, pero nuestro grupo no desistió y volvió a intentarlo. El refranero nos dio, en esta ocasión, la razón: «el que la sigue, la consigue».

Imagen de los integrantes de la expedición en un descanso durante el ascenso al Tubqal. PEPE PASTOR

Y como es de bien nacido ser agradecido, hay que recalcar que esta aventura no hubiera sido posible sin la ayuda de los guías locales, un cocinero y cinco muleros que nos acompañaban para transportar los petates. Y es que, aunque la mágica de hacer cumbre es innegable, lo mejor de esta experiencia fue convivir con el pueblo bereber, dormir en sus casas, degustar su cocina y aprender de sus costumbres y hospitalidad.

Los senderistas que realizaron este viaje conocieron numerosas localidades bereberes. BIGNÉ

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Galería: Las imágenes más espectaculares de la expedición castellonense a Marruecos Núria B. Bigné

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