Cuatro de costa y dos del interior. Si no hay cambios en la recta final de este año, estos son los únicos seis municipios de Castellón que, a partir del próximo 1 de enero, podrán ser considerados como turísticos. Hasta ahora eran 86 -más de la mitad que todas las localidades de la provincia- las que tenían esta distinción.
La razón para tan drástico cambio se encuentra en la nueva normativa de Turisme Comunitat Valenciana, sobre la regulación el estatuto del municipio turístico de la Comunitat, y que exige el cumplimiento de una serie de características del destino, relacionadas con el número de plazas de alojamiento, la importancia de elementos singulares o el compromiso con la elaboración de planes dedicados a la sostenibilidad o la mejora de los servicios prestados hacia los visitantes.
Las condiciones quedaron establecidas hace casi tres años, en el comienzo del 2020, pero en diciembre del 2021 se aplicaron una serie de modificaciones para flexibilizar las medidas y ampliar el periodo de adaptación a lo largo de todo el 2022. Aún así, el cambio en el mapa turístico de Castellón será drástico. Solo tienen garantizada esta catalogación Peñíscola, Benicàssim, Alcalà de Xivert, Orpesa, Morella y Montanejos. Esta última localidad oficializó esta distinción hace apenas unos días, el 20 de octubre. Fuentes de Turisme señalan que por el momento no consta que haya otros municipios que hayan iniciado el proceso. De haber nuevas incorporaciones en los menos de dos meses que quedan para alcanzar el 2023, estas serían escasas.
Un posible caso sería el de la capital. Castelló quiere ser destino turístico, y para ello ya ha aprobado una de las condiciones más importantes, la elaboración de un plan que incluye 22 medidas para su posicionamiento como destino vacacional, como ya señaló Mediterráneo, y que tiene un periodo de vigencia de tres años.
Dinero
Uno de los efectos directos en este cambio del listado tiene que ver con el dinero que aportan la Generalitat y la Diputación, a partes iguales, del Fondo de Cooperación Turístico. Una inyección económica que tiene en cuenta los costes que para una localidad implica atender a una población eventual más grande que su censo, como los servicios de limpieza o la Policía Local.
En el presente año el dinero repartido ascendió a tres millones de euros, si bien la distribución no se hizo a partes iguales entre las 86 localidades, sino que los destinos más importantes recibieron una mayor cuantía. Por ejemplo, a Peñíscola le correspondieron 320.474 euros y a Orpesa, 288.132. El reparto podría cambiar a partir del 2023, aunque falta por saber cuánto dinero destinarán las dos administraciones implicadas en este fondo el año que viene.
Desde Turisme señalaron que, si bien el plazo para adaptarse acaba el 31 de diciembre, existe la posibilidad de que alguna localidad pueda emprender este proceso en el futuro. Además, hay otras inversiones relacionadas con el turismo, independientemente de esta catalogación. Es el caso del plan especial creado para la zona afectada por el incendio de Bejís.
Tres categorías diferentes
EXCELENCIA. A este grupo corresponden la mayoría de localidades de Castellón que han pasado la criba. Deben tener un número determinado de plazas hoteleras y segundas residencias, además de tener certificados recursos como oficinas de turismo o museos, así como disponer de un plan turístico en vigor e incorporarse a las acciones de la Generalitat sobre destinos vacacionales inteligentes.
SINGULARIDAD. Solo Montanejos está dentro de esta categoría en la provincia. Aquí entran localidades como esta, que cuentan con una escasa población pero que disponen de alojamientos turísticos reglados. Deben tener un plan elaborado, con un plazo de un año para aplicarse.
RELEVANCIA. A medio camino entre los dos apartados anteriores se encuentra este tipo, que no cuenta con ningún municipio de Castellón. Lo conforman por ahora Altea, Santa Pola y Guardamar, en Alicante.
